martes, 10 de diciembre de 2013

MACRO SUICIDIO EN LA GUAYANA ESEQUIBA.

 
      Amigos invisibles.  En verdad que el mundo está lleno de locos (al menos un setenta por ciento de la población en mayor o menor grado sufren de ello), algunos de atar y otros que andan tan campantes como para mezclarse en sus quehaceres  con los pocos cuerdos que en el mundo han sido, y no lo digo de forma poética quevediana sino con la realidad extrema que ocurre en tantos casos de colección donde mediante diferentes circunstancias de fanatismo, ya sea por vivencias atávicas de religión, de castas guerreras o de encuentros fortuitos cuyo único callejón de salida es el inmolarse, entre otros ejemplos que puedo recordar, llevan a esos sujetos llamados paranoicos a conducir grupos sociales por la vía siniestra del suicidio. Para ejemplo de estos habitantes del planeta dejamos constancia de asesinatos en masa como el reciente ocurrido en Uganda por medio del fuego creyente y selectivo de la gasolina rociada que se lleva en el carro de la muerte a unas 800 personas conducidas a ese holocausto final por  caudillos insensatos pertenecientes a una larga historia del desafuero tribal desde los tiempos de Numancia y más cerca de nosotros la Casa Fuerte de Barcelona con que aquí comienzan dignificando esos asesinatos colectivos dentro de una guerra a muerte sin cuartel. Y ya que tratamos algo de Venezuela si hurgamos hacia atrás y desde la Independencia en adelante el espanto de un Boves, de un Antoñanzas, Zamora, Arismendi, Antonio Nicolás Briceño, el llanero Presidente no ha mucho muerto y tantos de la colección esquizoide que bajo diversas formas y estilos de combate han contribuido mediante sortilegios a que se instituya con bombos y platillos ese fantasma tan penoso que es la muerte y más en las circunstancias cínicas que cada uno puede aplicar.
 
Pues bien bajo la máscara radiante de un muchacho avispado cualquiera y con referencia al tema que vamos a tratar porque también atañe a Venezuela, Jim Jones (James Warren Jones, nacido en Indiana, en mayo de 1931) aparece en el escenario de los alucinados por tantos males y desprecios conjuntos como un gringo despierto, inteligente, paranoico y desmesurado, con intenciones desconocidas pero poseedor del manejo de la palabra popular y los conceptos fáciles, porque los difíciles se le traban, de donde en una mezcla que se tiene de su agitada vida en medio de pobrezas raciales estudia a la sombra de escuelas de origen luterano, y hasta  en sus andanzas juveniles llega buscando caminos al gusto propio que está lleno de atajos y de incomprensiones consigo mismo, al extremo que criado en una comunidad heterogénea pero llena de rencores sociales desde antaño dentro de la discriminación que se aplica viene a su mente como instrumento para enderezar el raciocinio de los aconteceres el convertirse en líder de ideas disparatadas, como que siendo de origen protestante pentecostal piensa más en salvar afrodescendientes que aún llevan el estigma esclavista, mientras por otro lado incorpora a su pensar extravagante las ideas comunistas del propio Stalin, Lenin o de Hitler que son tan discutidas y aherrojadas dentro de la cultura americana de su tiempo. 
Desde muy joven, por tanto, comienza a recabar prosélitos mientras jura o cree ser enviado de Dios a la tierra para redimir tantos pecados, como a su manera lo hiciera el propio Hitler, y por ese espíritu de comprensión y una lengua aterciopelada para inducir las mentes primitivas, pronto en 1953 abre tienda propia y comienza a consensuar prosélitos, principalmente de raza negra porque en aquellos tiempos de Luther King y el reverendo Jackson entre el gesto, la mirada directa y el amasijo mental que posee cuando tiene más de 400  prosélitos de esa comunidad cerrada pero sumisos a su palabra, gesto y dictamen, con los suyos decide asentar las creencias que  madura en San Francisco de California, y ya como Reverendo por instalarse en los restos de una antigua sinagoga donde comienza a edificar y recibir dádivas o tributos de obligación, que pronto le llevan a ser realidad este Templo del Pueblo (“Discípulos de Cristo”), como le llama desde cuando en su estancia de Indianápolis concibe tal idea híbrida, mientras siguen llegándole conversos (se asienta que alcanzan los 3000 a mediados de la década del setenta) a sus falsas peroratas tildadas de divinas con el culto tiránico que realiza y el endiosamiento de su propia persona que otros llaman ego exacerbado.
            Para este tiempo y entonces con lecturas religiosas y comunistas que amalgama en el provecho intelectual donde las palabras muerte e inmortalidad tienen cabida propia sin que nadie pueda discutir  junto a sus seguidores al ahora inmortal Jim Jones, que hasta dice desciende de una tribu indígena cheroqui, comienza con creces viendo prosperar a su confraternidad de Indianápolis  y ya con el crecimiento de la congregación y el racismo incorporado entre 150 incondicionales bajo su mando, proyecta y desarrolla el viaje definitivo hasta San Francisco, ciudad de libertades del espíritu y  amplio relajamiento del sexo, asentándose en esta ciudad histórica en 1972, cuando ya entre las exageraciones sofisticadas hacía “curaciones por la fe”, en cuyo caso sus seguidores lo adoraban y sin chistar por obediencia ciega, porque en el paroxismo intrínseco se comparaba a Jesucristo. Con este traslado de los fieles que como digo llega a una ciudad liberal y mundana, pronto el Reverendo pastor comienza igualmente a recaudar cifras de dinero adecuado que le hacen más tranquila su existencia, aunque sabe que por sus inclinaciones ideológicas marxistoides o comunistas pues fue miembro de ese Partido en 1951, está en la mira de Washington y el Congreso de los Estados Unidos, en especial del fiero caza brujas senador Mcarthy,  lo que se incrementa luego de la última Guerra Mundial.  
Por esta razón esencial y mediante algunas informaciones diseminadas en los medios de comunicación en cuanto a los procederes peligrosos de este grupo radical al mando de dicha Iglesia o secta tan sujeta a los dictámenes del Reverendo Jones, que podían atraer una investigación de fondo por parte del gobierno americano, y como el enclave de Guyana era nombrado tal territorio  por ser una simple dependencia política británica  al formar parte de la Commonwealth (mancomunidad), entonces de tendencia filocomunista, ante tales proyectos de asentamiento por su escasa población y con miras de futuro, sobretodo en la región llamada Guayana Esequiba, que es parte de Venezuela y que reivindica el país en sus dos terceras partes sustraída mediante una componenda delictual que la despoja de 150.000 kilómetros cuadrados por el oprobioso imperio británico de los Tudor que aún en América Latina retiene en calidad colonial pero con distintos planteamientos y máscaras a las islas Malvinas, diversas ínsulas en el mar Caribe, Bahamas y Belice que guardan serios compromisos con ese férreo Imperio en decadencia, por estos razonamientos y dado que la lengua local es el inglés creole, que pudiera servir al Reverendo Jones en su expansión colonial futura, sumadas estas razones y otras conjeturas a tomar en cuenta como los eclesiales y africanistas, resuelve solicitar ante las autoridades de Georgetown, la capital administrativa del presunto país que arropa en gran parte territorio venezolano que Caracas disputa ante el manotazo leonino del inglés, lo que a  través de interlocutores o lawyers escogidos y el visto bueno siempre británico desde luego culmina esta  operación cayapa bien estructurada y sin que participase en ello el gobierno venezolano por reivindicar esas tierras sometidas a consenso internacional.
Desde luego que las autoridades británicas y guyanesas estaban interesadas en el asentamiento de esta secta comunitaria ante varias razones como fueron por la pretendida defensa contra la posición venezolana en solicitud de esas tierras guyanesas que se reivindican en las dos terceras partes de su territorio anteriormente usurpado, por la tradición racista afrodescendiente de gran parte de esa comunidad que la emparenta de este modo con la población negra mayoritaria de Guyana, porque dicha secta pretende desarrollar áreas importantes de agricultura a que se dedica en buena parte el país y porque como muro de contención el gobierno guyanés mediante arriendo y las buenas relaciones habidas  en 1974 resuelve entregar a dicha secta una gran extensión de terrenos improductivos (más de doce kilómetros cuadrados) que se sitúan al noroeste del país en áreas geográficas de las cuencas de los ríos Mazaruni y Cuyuní reivindicadas por Venezuela, con plantas hidroeléctricas instaladas no lejos de la actual frontera en discusión y porque este país deseaba desarrollar tal estratégico territorio lindante, como se podía ver con la explotación de minas de oro en los ríos antedichos, el desarrollo del cercano Port Kaitura,  la ubicación de una zona de lanzamientos satelitales como la existente en la no lejos Guayana francesa, porque este establecimiento de norteamericanos podía servir de valla contra  deseos independentistas interiores como los amerindios de Repununi, y sobre la pretensión grave en materia de la plataforma continental marina guyanesa que afecta directamente a Venezuela.
            Ante la posición contraria a Jones mantenida por la prensa de San Francisco y otros medios que pedían una investigación en cuanto a los hechos denunciados (entre ellos la escandalosa satiriasis del iluminado pastor con mujeres de la colonia que no podían protestar porque todo era controlado por él), el Reverendo Jones a pesar de ciertos apoyos oficiales de la negritud americana y de Washington y viendo peligrar su persona como el Templo del Pueblo y sus fieles lacayos mantenidos por él con una férrea disciplina autoritaria que no diría satánica (en cierto momento exasperado  rechaza la Biblia y se declara una Divinidad comparable a Jesucristo) pero yo sí, tipo Stalin,  sádico personaje de gulag a quien por cierto Jones mucho alabara, con que incluye el ascenso al cielo de toda la   militancia dirigido por este caudillo templario,  lo cierto fue que sacadas cuentas nedcesarias en 1973 y en volandas el pastor Jones viajó a Georgetown, donde se establece provisionalmente y mantiene cordiales relaciones con el gobierno filocomunista del momento, para  luego pasar al territorio que él bautiza Jonestown, nombre de la pequeña capital y mientras regresa a California para traer a 900 de su secta que ya comenzaba a dudar de esa paranoica idea referida a una ciudad paradisíaca que prometiera en medio de la selva y en tierras fragosas prácticamente desconocidas. Cuando a mediados de 1977 la comunidad regida por el “Padre” Jones y ante nuevos ataques de la prensa, como válvula de escape  se establece en el recién inaugurado pueblo suramericano, mientras el reverendo sin ninguna mesura comienza a tratar a los habitantes de una manera más autoritaria y despótica, trabajando los infelices doce horas diarias de explotación laboral cuyos ingresos todos iban a los bolsillos del llamado “Padre”, y con duros castigos corporales ante guardias armados, como el pozo en que encierra a quienes no escuchan sus órdenes, la cárcel que viene a ser estrechas cajas de madera, las golpizas por desobediencia,  la pésima comida a base diaria solo de arroz y granos, tan diferente a la que ingiere el pastor sin ninguna abstinencia e incumpliendo todo lo expuesto sobre igualdad social, de donde en el fondo los allí establecidos con el temor a cuestas comienzan a ser críticos de tal situación lo que culmina en el deseo ardiente del regreso a California, de donde hacen llegar a las familias en forma por demás disimulada relatos de su vida en Jamestown, dando así origen a que el gobierno americano tome cartas en el asunto por las noticias de la prensa igualmente aparecidas, por cuyo motivo pronto se prepara una comisión del Congreso de Estados Unidos y algunos ayudantes al mando de representante diputado Leo Ryan, quienes junto a periodistas y otros asistentes del parlamentario pronto se trasladan a Georgetown y de allí a la pista de aterrizaje de Port Kaituna, donde son recibidos por el Reverendo pastor y una comitiva.
            El parlamentario junto con su séquito correspondiente se dirigió a Jonestown para ponerse en conocimiento sobre las denuncias ocurridas y el análisis del quebrantamiento de los derechos humanos (entre ellos serias acusaciones de violaciones físicas permanentes), mientras que el Reverendo o “Padre Jones” desconocía que dos ayudantes eran miembros de la CIA quienes lo acompañaban en el viaje para estudiar in situ el “Proyecto de Control Mental” en comunidades de esas características que adelantaba tal organismo para utilizarlo en casos de necesidad. Inicialmente fueron muy bien atendidos por el Reverendo y el grupo encargado de agasajarlos, pero cuando el diputado Ray comenzó a investigar la situación de la colonia muchos residentes le pidieron que los llevase de regreso a los Estados Unidos, por lo que siendo imposible trasladarlos en ese viaje de avioneta hasta Georgetown, prometió volver por ellos en muy próxima oportunidad, de modo tal que viéndose perdido Jim Jones y como ser Supremo o Divinidad que en la paranoia le arreciaba decide ejecutar el plan extintor de esa comunidad como de antemano y de acuerdo con ensayos humanos con lavado de cerebros y sumisión absoluta había previsto, por lo que en seguida envía a hombres de confianza para que disparen a la avioneta de Ryan ya en plan de vuelo, en cuyo intento las balas asesinas penetran  en la cabina del avión hiriendo gravemente a dicho congresista Ryan y a otro más, mientras en la maniobra pueden  alzar el vuelo entre el tiroteo y  sin nuevos contratiempos. De inmediato Jones reúne a toda la comunidad bajo su dependencia estricta, los arenga con palabras convincentes de que ahora y por fin irán al Cielo prometido para ver a Dios en su presencia, y sin mayor dilación el fatídico 18 de noviembre de 1978 según había pronosticado procede a la masacre  o “Noche Blanca” prometida con más de 900 personas que sin oponerse ingieren una mezcla de mosto de uvas, cocacola  y veneno de cianuro, diciendo a todos los del rito mortal que se abrazaran para poder entrar a ese Reino Supremo,  mientras las convulsiones rápidas iban acabando prácticamente a Jamestown y desaparece con ellos su rico máximo líder y desequilibrado famoso Jim Jones, quien por cierto fue muerto de una bala al corazón  y no por veneno, posiblemente a requerimiento del macro suicida.  Perecieron entonces 913 miembros de esa comunidad aterrada y fatídica, entre ellos más de 570 de raza negra y 270 niños de corta edad, considerado ello el mayor holocausto de los últimos tiempos espeluznantes.
De esos tipejos como Stalin, Lenin, Hitler, Mussolini, Mao Ze Dong,  Ceaucescu, Beria, Hussein, Kadhafi, y otros tantos de la colección a temer, ¡Líbranos Señor!

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