jueves, 27 de septiembre de 2012

BOBES SI, BOVES NO: UN VERDANERO ENIGMA HISTÓRICO



            Amigos invisibles: Uno de los mayores problemas que puede presentarse a un escritor e historiador en este caso es el temible dilema de la duda, porque en base a dicho supuesto intangible parece que no se tiene para dónde coger, dado que la duda crea suspicacia y ese sentimiento humano tanto acicatea como para no dejar tranquilo a quien lo padece, porque razones valederas o no hay de uno y otro costado de la balanza que sin  inclinarla mantienen sin repuesta pronta al enigma que se aspira descifrar y si se quiere descubrir, con la intención de arrimarse a un puerto seguro para de esta forma certera obtener posibles conclusiones. De manera sagaz diremos que la incertidumbre es perversa en cuanto al tema porque no permite aclarar ciertas facetas que parecen encontrar sustento en cuanto a la personalidad psicológica de un hombre para así discernir que pisa sobre suelo cierto al momento de referirse sobre cualquier personaje de nuestra agitada historia nacional y con mayor razón a ese tiempo tan estéril y  bañado de sangre que se asimila a nuestra  Guerra a  Muerte, período 
Domingo de Monteverde
 de la  Independencia  creativa  que  soltó las  amarras del  desengaño desde cuando el canario  marino Domingo de Monteverde por situaciones improvisadas y frente al desconcierto e ineptitud del marqués Francisco Rodríguez del Toro, dio comienzo a dicho holocausto humano con el empuje a tientas que lo lleva hasta el confín de Siquisique y que da inicio a la fratricida contienda de más de diez años de duración que entre otros malestares inolvidables y sin crecimiento poblacional en un país despoblado inmoló a más de doscientas mil almas inocentes, si se quiere, o sea la cuarta parte de sus habitantes, dejando al territorio en ruinas visibles y con tremendos traumas humanos por casi un siglo de existencia.

            No creo que con el tiempo presente tan atiborrado de nubes vayamos a llegar a tanto, porque los dioses de la locura están desatados, pero es bueno que recordemos ahora el existir y la presencia aunque sea lejana de un huracán que pasó por nuestro territorio envuelto en contradicciones a raíz de la independencia jojota que tuvimos porque no estábamos preparados para ella, y por esta circunstancia se desencadena el dios de la Guerra acabando con lo existente, como la familia, la propiedad, la amistad, y tantas otras cualidades que se fueron al traste con la espantosa carnicería desatada, desde cuando comienzan a aparecer los caudillos mandones nacidos de la nada pero con harto interés en cuotas de poder, mientras se esparce esa peste múltiple en que nadie sabía para dónde coger por ausencia de una brújula de entendimiento, como acontece en tantas guerras y porque la ferocidad extremada impidió seguir alguna senda de bien por la ausencia de luz, mientras se consume el país en una guerra civil fratricida, que a la mayoría apenas le importa, ya que la esencia del todo era sobrevivir, cambiando o no de posición sin lamento alguno, porque el tiempo así lo requería ya que de eso que llaman porvenir se había borrado toda esperanza y solo quedaba lo de ingresar al malabarismo de la subsistencia aunque a poco fuese barrido por el hambre. Para mejor mostrarlo, fue algo parecido a las siete plagas de Egipto o a la vigencia fatal de los jinetes del Apocalipsis. Que este ejemplo quede bien claro como espejo de la Venezuela actual.

            Pues bien, en ese andar a que nos atenemos trataré de ser extremado en cuanto al tema y al personaje del que voy a referirme, tan disperso de contenido contradictorio en nuestra historiografía nacional, absurdo a veces en sus ejecutorias y de cierto poco analizado acaso por la complejidad e incógnitas dogmáticas que presenta, porque en medio de la barahúnda desatada luego del primer golpe de estado ocurrido en Venezuela, como lo fue le suma de traiciones y hechos inmersos en el conocido levantamiento de los mantuanos caraqueños o clase privilegiada que el inolvidable 19 de abril de 1810 desconocen la legítima autoridad española para de una manera sibilina y con deseo del poder absoluto aunque disimulado, cambiar la faz de Venezuela al desconocer la autoridad establecida en ese golpe frío de tal mañana histórica que acabó con 300 años de estructura provincial para desatar apetitos escondidos y desenmarañando algo que por demás estaba trabado, como era el ejercicio de poder. Allí, en ese magma tan sospechoso aparece el caldo de cultivo pasional de figuras como Simón Bolívar, Ribas, Miranda, los nobles Del Toro, los siete apellidos caraqueños que llamaran “los amos del Valle”, y tantos interesados en obtener prebendas a cambio de enarbolar otras banderas así fuere con ayuda del engaño camaleónico, mientras se enrumba el camino de la nueva república que a las trancas se está conformando. Es allí donde bajo el manto del dios Marte cuando comienzan a desencadenarse las pasiones más inusitadas y los extremos más crueles, donde no va a existir compasión para con nadie porque de inmediato aparecen las sombras mortíferas del odio y su compañera la 

Pintura de Goya
Pintura de Goya












venganza. De esos tratos de las trastiendas guerreras que comienzan su trabajo reflejado en los violentos pinceles de Goya, aparece un militar que se agrega al grupo defensor de la legitimidad del régimen caído, que es el coronel Eusebio Antoñanzas, riojano de apellido vascuence, quien vuelto hombre de ideas porque antes era quincallero, de tanta locura desatada comienza a ejecutar prisioneros patriotas a montón, de donde se dice que es el iniciador del período llamado de la Guerra a Muerte, que otros jefes de ambos bandos lo consolidan, y entre ellos Simón Bolívar, dando origen a un martirologio insensato y sin cuartel extendido con furia desde 1812 hasta 1816, cuando se amaina tal desastre animal, aunque venga a terminarse oficialmente la matanza con los acuerdos de Paz firmados en la ciudad de Trujillo, en noviembre de 1820.

Firma decreto de Guerra a Muerte

Acuerdo de Paz Bolívar-Morillo 1820

               La guerra que se despierta desde 1812 es desigual entre los bandos y difícil de entender para el conglomerado de esta parte de América, pero como las cosas suceden sin detenerse va cogiendo fuerza sobretodo hacia el centro de la república, que se extiende rumbo al oriente de el país y los llanos centrales de Venezuela, mientras Bolívar con argucias se escapa a la Nueva Granada y luego por los Andes venezolanos avanza para invadir el centro hacia Caracas, tiempo en que ya se han formado algunos cuerpos de ejército cambiantes eso sí, que defienden posiciones de mando bajo el efecto de caudillos secundarios, unos a favor de la revolución emprendida y otros más conservadores, en defensa de aquella alma en pena de la política y realeza española que es el mediocre rey Fernando VII. Así las cosas y con los cuerpos enfrentados que desatan a diario el horror de la Guerra a Muerte aparece un personaje singular e inesperado que construye su vida en el fragor de la contienda, pero que sin lugar a dudas deja estupefactos a cuantos oyen hablar de él por diversas causas y que dentro de un sueño o fantasía viviente cubre el panorama con éxitos y hasta derrotas convertidas en triunfos que alcanzan buena parte de los años 1813 y 1814 y que en tan corto plazo de tiempo (32 meses) lo recubre una estela de misterio cubierta de fama que ninguno llega a igualar y que en verdad hace estremecer el “stablishment” español armado para seguir la cruenta y difícil contienda, porque él constituye un huracán superior a todos, algo fortuito o casual, y además porque desde su salida de ese cuartel general que para él son las tierras de Calabozo a Guayabal, como inicio previsto de su comando guerrero cual el bárbaro Atila sacude la tierra por donde transita, y en verdad asusta y da pie a muchas conjeturas de desastre frente a las tropas que Bolívar y otros líderes introducen en los escenarios centrales del país. Hasta entonces nadie había aparecido con este ímpetu triunfal en el llano que tanto dio a favor de la Independencia, hasta cuando entra en escena otro hombre astuto como el anterior, que conforma cada uno la antítesis de aquel conflicto fratricida, pues si no muere tempranamente José Tomás Boves, como llaman a nuestro personaje central, acaso con su ímpetu arrasante desaparece Bolívar para siempre, como igualmente si no existiera el general José Antonio Páez para la contienda llanera de 1818, la patria se habría perdido en el tiempo frente a los ejércitos comandados por el curtido general Pablo Morillo. Luego en estos dos casos específicos y también con el canario José “Ñaña” Yánez, los llanos tuvieron mucho que aportar en el escenario guerrero de la patria, lo que debe quedar bien claro.

José Tomás Boves
            Como lo he dicho al comienzo de este trabajo la figura aún diluida de pasiones referentes a José Tomás Boves anda en busca del biógrafo de categoría, que estudie a fondo el personaje en referencia con su tiempo, aunque algunos han horadado en su pasión como Carrera Damas, Pérez Tenreiro y un libro hecho novela del siquiatra Herrera Luque que no se debe desatender, porque es “Boves, el urogallo”. Para ingresar en materia tan sinuosa debemos decir que existen dos Bobes, o sea el de los primeros tiempos, que se apellida por tanto Bobes, y el Boves de la segunda etapa que en los cambios que aporta viene a llamarse por siempre José Tomás, como se le recuerda, aunque en verdad era Millán de la Iglesia, que como vemos ya empastela su biografía. Nuestro Boves, el de esta tragedia por capítulos como tantos héroes de la historia nace del muy abajo estrato social, en tierra hispana ovetense bañada por la guerra secular, el 18 de septiembre de 1782, como José Tomás Bobes de la Iglesia, que después se contradicen los apellidos y hasta su parto, dentro de la oscuridad que siempre lo envuelve, como un Don Pelayo tropical. De origen muy humilde y pobretón, su padre muere cuando el párvulo arriba a los cinco años, dejando a la viuda en la mayor miseria con tres hijos y sin saber qué hacer, de donde junto a los menores se traslada al puerto pesquero de Jijón, para vegetar en oficios de costura, mientras el pequeño José Tomás crece en dicho ambiente de miseria resentida y despierta con la necesidad a todo dar. Haciendo mucho esfuerzo la madre coloca a José Tomás en el mundo marino, para cursar estudios como Piloto, y a los once de edad ingresa en el Real Instituto Asturiano, por cuatro años, de donde siendo suboficial luego se le destaca en la marina real, al entonces sumiso, apacible, de buena amistad como aprovechado en los estudios, y pronto trabaja por su cuenta como Primer Piloto, que es cuando viene a la cuenca marinera de las Antillas e ingresa a tierra por Venezuela para desarrollar actividades propias.Este es un primer gran capítulo de su vida, tranquilo, muy diferente al que habrá de vivir en lo adelante, que será díscolo, convulsivo, sintiendo en carne propia tantos males porque coincide con los graves acontecimientos ocurridos a raíz del 19 de abril de 1810, mientras en plan de aventuras propias y comerciales que se dice hasta prohibidas, anda por Puerto Cabello y hasta en el llanero Calabozo, cuando ya ajusta los 28 años de edad y para buscar una vida mejor anda lleno de problemas sin límites.  

Boves joven
            Cerca de la treintena José Tomás ya es otro hombre, ha vivido las verdes y las maduras e impulsado por el derecho de ser rompe con paradigmas sociales de donde comercia en compra y venta, como los cueros de res y hasta ejerce el contrabando, siendo condenado a prisión, que luego se le conmuta por el de confinamiento en Calabozo. Todos estos hechos le dan otra manera de pensar, donde el temor se aleja para dirigirse a la acción, dentro de un hombre solo, anárquico per se, atenaceado por las circunstancias, y mientras con algo de reflexión comienza a sentir la vida triste del llanero, que le conmueve, una vida nómada y primitiva, inconclusa, estereotipada, sin fronteras, donde nada se respeta y se aspira a libar la copa del éxito sin otros miramientos. En su tienda de quincalla que abre en la opulenta Calabozo piensa para el futuro, mientras atraviesa el llano y se consustancia con ese mundo tan extraño, envuelto en calamidades y desengaños. Allí es donde comienza a forjarse la leyenda de un hombre sin fronteras que muchos lo
confunden con el mito por él mismo creado y cuyas características tan disímiles podemos resumir en que era como un centauro de tez blanca, cabello rubio, ojos pardos, robusto, de buena estatura, de corto y pausado hablar, no sonreía, la voz fuerte y a veces ronca, de rápidas decisiones, modales imperativos, sereno hasta con su gótica escritura, carismático, que imponía respeto y temor, y donde los límites del poder eran su propia voluntad, con un valor inusitado, capaz de soportar fatigas extraordinarias y sin abatirlo la desgracia. Avasallaba a cuantos le rodearon. En fin, nació para ser todo un caudillo. Y como su leyenda fue grande según algunos usaba una barba profética, y otros omitían tal condición, de donde al personaje se lo siente en distintas facetas que se agregan a la hechura del mito. 
José Tomás Bobes

            Como andamos en el trajinar formativo de este hombre fuera del montón para entonces ya era sobrio, abstemio de licores, de una sangre fría y en cierta forma desprecia los bienes materiales. La revolución de 1810 encuentra a Boves en Calabozo, donde dentro de los bandazos de la fortuna se manifiesta conforme con la misma insurgencia, mientras continúa en su labor mercantil de poca monta. Para abril de 1812 le ubicamos en la llanera San Carlos, villa donde las autoridades patriotas del lugar con algunos trabajos de informantes lo detienen, aunque por influencias particulares logra ser liberado, regresando a Calabozo. En dicha importante ciudad llanera esparce noticias que alarman sobre el avance contrarrevolucionario del marino Domingo Monteverde rumbo al centro del país, de donde por ello y sumarse
Tropas de Francisco de Miranda
a la conspiración realista es nuevamente detenido y condenado a muerte, aunque mediante otras instancias de amistad se salva de entrar en capilla ardiente, para en el tropel de cambios habidos a que se somete de orden superior le destinan a objeto de servir como soldado en las tropas rebeldes del general Francisco de Miranda. En espera de ese cambio oficial es liberado de prisión ya en mayo de 1812, en que empieza su verdadera gesta militar, cuando el entonces capitán Eusebio Antoñanzas retoma para la  causa del Rey a la ciudad de Calabozo. Desde dicho momento Boves inicia la brillante y corta carrera exitosa que lo significa como uno de los grandes y valientes estrategas de la guerra de Independencia, aunque situado en el bando conservador, digo realista. Así, al frente de una partida de caballería persigue a republicanos, entre ellos al
Andrés Narvarte
futuro presidente Andrés Narvarte, mientras con la ferocidad y saña que demuestra, acaso contenida desde una infancia precaria, en el llano adentro como caza de brujas persigue a los enemigos de su bandera, al tanto que le santifica sus hazañas un bribón de capellán, el presbítero José Ambrosio Llamozas, quien luego fuera importante testigo de sus crueldades y hazañas a veces picarescas, mientras a poco con el éxito desplegado se incorpora al ejército triunfante del canario Monteverde, el que pronto por sus virtudes reales demostradas le designa Comandante General de Calabozo, que es como decir un patio trasero y el bastión de sus terribles acciones que no dan tregua ni tiempo para pensar. Así aconteció con la reacción violenta que realiza ante la ofensiva republicana en Espino, al sur de Calabozo, la que domina a sangre y fuego, con pocos sobrevivientes prisioneros. Luego como Comandante de Caballería obtiene lauros en la campaña de Oriente, con que refuerza la posición tomada por Monteverde y Juan Manuel de Cajigal, quien a poco confiere a Boves facultades extraordinarias para obrar a su leal saber y entender, o a su arbitrio, que en tiempos de guerra es decir mucho. En lo adelante con este mandato unipersonal el caudillo asturiano se siente que llega a un camino supremo, por lo que desde allí Boves es solo y para todos, sin depender de nadie, incluso de ese mismo mariscal y gobernador Cajigal que ya conociéndole en su carácter dominante en las memorias que publica lo describe como autoritario, anárquico, independiente a toda costa, valeroso, soberbio, astuto, organizador, amante de la gloria propia y que no lo abatía la desgracia, de donde la derrota la transformaba en triunfo.

Boves y la tropa llanera
            Aquí comienza a acompañarle en la vida militar el gran conocimiento del llano que mantuvo, incluso el mundo de la superchería y de la soledad, un principio equivocado pero característico de la propiedad sin límites que en el fondo parece pertenecer a todos, sin respeto alguno, lo que ciertos caudillos llaneros como Joaquín Crespo y Ezequiel Zamora e incluso el propio Hugo Chávez Frías aplicaron falsamente, sin pensar en las consecuencias como de los fracasos estruendosos. De aquí que la vida diaria de Boves estaba consustanciada con la tropa llanera, con quienes comía, duerme y dialoga permanentemente para ganárselos hacia el combate, mientras el odio racial hacia lo blanco, por temor a la traición y la guerra de castas se va desarrollando cual un espíritu de defensa, pues como otro contrasentido su mundo es mestizo, de pardos, y por inercia dice a él pertenecer, mientras conserva un gran ascendiente hacia la población autóctona y sus costumbres, que le llaman “Taita Boves”, tal el caso del tácito permiso de pillaje al final de cualquier faena perversa y porque eso complacía. 
José Tadeo Monagas
Así en el combate de Cachipo (9-813) contra los hermanos José Tadeo y José Gregorio Monagas, donde se lucen las lanzas sabaneras, éstos le quitan la caballada pero no logran derrotarlo. Sigue de continuo al bastión de Calabozo y pone en huida a Carlos Padrón en el caño de Santa Catalina,
Vicente Campo Elías
donde ejecuta a los prisioneros. Luego se enfrenta al español republicano Vicente Campo Elías, quien lo vence a medias en el caño Mosquitero (10-813), y en ese sin detener se recluye en Guayabal, sitio en que declara la Guerra a Muerte a Bolívar a fin de igualar en ferocidad a la proclama de Trujillo, y donde rehace sus escuadrones de llaneros para enfrentarse luego al republicano Pedro Aldao, de origen peninsular, a quien vence en San Marcos y cuya cabeza fue enviada por Boves a San Fernando de Apure. De seguidas al frente de 6.000 lanceros amenaza los valles de Aragua, por lo que Bolívar envía de nuevo a Campo Elías, a quien el temible Boves vence en La Puerta, (2-814), aunque resulta el asturiano herido, como en otras ocasiones. Repuesto de la misma herida a pocos días junto con el canario Francisco Tomás Morales ataca a Bolívar, acción sostenida que se ejecuta en varias jornadas, pero ante la proximidad de Santiago Mariño con tropas de repuesto, en la táctica estratégica usada deja el cerco de San Mateo y se enfrenta a Mariño en Bocachica (3-814), donde es superado por las fuerzas del general oriental, por lo que repliega nuevamente para dirigirse a Valencia, sitiada entonces por Cajigal, y de allí vuelve al llano al no entenderse con el mando absorbente de Cajigal. En abril y mayo de 1814 con fuerzas recuperadas de nuevo emprende la ofensiva para en La Puerta (6-814) derrotar completamente a los generales Bolívar y Mariño, y de seguidas el asturiano divide sus fuerzas a objeto de enviar una parte a Caracas y otra con él avanza a Valencia, que del cerco capitula ante Boves el 10 de julio de 1814, donde luego se cometerán muchos crímenes, tropelías  y otras atrocidades.

Emigración a Oriente
            De inmediato sin atender órdenes del Capitán General Cagigal con el poder que ostenta se auto designa Comandante General de las armas del Rey en Venezuela y entra en Caracas donde nombra autoridades y se desarrolla el triste episodio de la emigración a Oriente, con la derrota de Bolívar y el temor por doquier, en cuya persecución el terrible asturiano marcha en ese mismo sentido de acabar con los restos del ejército patriota. Luego, para torcer el cuello a la moribunda Segunda República y volver la paz, Boves emprende una nueva campaña hacia Oriente y así entra victorioso en Cumaná el 16 de octubre, donde a objeto de halagar a sus negros y mestizos acompañantes permite el pillaje y el asesinato de los enemigos, “dejando el campo cubierto de cadáveres”. Después sigue en su batallar incesante al sitio de Los Magueyes donde en el monaguense valle de Guanaguana obtiene un nuevo triunfo (9-11-814) contra las tropas desgastadas del valeroso y terco José Francisco Bermúdez, quien 
José Francisco Bermúdez
Jo´se Félix Ribas
unido al fiero y perdedor José Félix Ribas -que pronto será asesinado-, por táctica dispuesta retíranse del campo, derrotados. Disminuido en el serio embate que mantiene Boves se presenta otra vez en la escena del desastre anunciado o sea en el adolorido valle de Urica, sin perder nunca la esperanza del triunfo, y el fúnebre lunes 5 de diciembre siguiente en ese sur de Anzoátegui gana la batalla postrera a favor de los realistas, aunque por un traspiés del destino y porque la lanza o chicuria que sostiene vibrante se le tranca debido a que el caballo se estaca de parálisis repentina, como algo sin espera dentro del fragor del combate el inolvidable caudillo Boves de la montura cae alanceado por el valeroso Pedro Zaraza, como se asienta y muere en el acto, salvándose así el nombre y el descorrer de la República. Boves gana la pelea ya muerto, comparándose así al siempre vivo Cid Campeador. Cuando los pocos patriotas se dispersan y huyen, el cuerpo inerte del huracán astur es llevado en parihuelas al pie de la iglesia misional de dicho sitio, donde en su entrada se le entierra con los honores consiguientes y los rezos llorosos del renegado José Ambrosio Llamozas. Allí comenzó a correr la gran leyenda de este caudillo, que como dije al principio aún debe ser bien estudiado en muchos aspectos de su vida y de su eterno deambular. Ojalá usted pueda, amable lector, ampliar para el saber de otros estos conocimientos que tienen mucha importancia a fin de reafirmar noticias sobre lo que pasó aquel tiempo en la América desangrada. Así entra en la Historia de siempre el más grande general de caballería que haya tenido nuestros llanos.

domingo, 2 de septiembre de 2012

RASGOS ESENCIALES PARA CONOCER A BOLÍVAR


            Amigos invisibles. Es hora de poner los puntos sobre las íes sobre esta materia que ha dado tanto quehacer, incomprensión, dudas e inexactitudes, sobre la verdadera esencia física, vital, política, fisonómica y de otras tantas cualidades como deficiencias de nuestro Simón Bolívar, quien en los últimos tiempos al servir de comodín exquisito para fomentar discursos de carácter político con fines de ganar proselitismo y en gran parte sesgados, cambiaron el verdadero rostro de este personaje principal en nuestra historia, con sus aciertos y errores, pero que de acuerdo y mediante la interpretación ideológica que se pueda tener de él, dentro de cualquier polémica suscitada configura un adalid muy característico en nuestra vida diaria, porque si a ver vamos con el ajetreo en que está inserto por obra de las distorsiones a que se somete su historia y más en estos tiempos convulsivos cuando se pretende imponer dictámenes absurdos como llevados por las trenzas y no por la razón, que a veces duele, con esa carga intencional se cambia de un todo la realidad de este persona fuera de lo común que en su momento jugó un papel importante dentro del acaecer histórico venezolano.

            De todos fue normal que la familia Bolívar era mantuana, conservadora y de hechos cumplidos, en el diario trajín dentro de una pequeña sociedad equivalente a la provincia española de aquel entonces, que apenas sonaba por una pequeña exportación de productos de poca monta. Así sucedió hasta principios del siglo XIX, cuando debido a los sucesos trágicos acaecidos en España con la invasión que hace a su territorio el pequeño y grande Napoleón, aquello da un vuelco radical, al extremo que los hiperquinéticos de avanzada, azuzados por las ideas extremas que sostienen y prodigan los revolucionarios franceses hasta querer acabar con las grandes monarquías europeas,  con esos fuegos que emanan de las cenizas peninsulares prenden en la mente de calenturientos como el mismo Simón Bolívar, quien de la noche a la mañana y con algunos conocimientos muy prácticos a la ligera adquiridos, por obra de las circunstancias actuantes se constituye en el eje matriz con que se aspira mediante una espiral de sucesos que no cesan de aparecer, para que por sobre las disputas lógicas que afloran a menudo, logre sujetar la tea encendida de eso que se llama la revolución americana, que si a ver vamos no fue en nada una revolución.

            El caraqueño Simón Bolívar para 1810 es un joven presumido, de mentalidad ágil eso sí, que por falto de experiencia comienza generando errores, como fue su visita a Londres, y que por obra de eso que llaman el autodidactismo, que en verdad lo prepara insípido hacia el futuro, fue aprendiendo los elementos básicos necesarios como para demostrar cierta cultura y capacidad. Los escollos que debió superar a objeto de imponer el don de mando fueron desde luego de suficiente peso, porque mucha de la gente que le rodeaba no lo quería, algunos por su origen oligárquico y otros por la manera de ser llana y directa que poco congeniaba con los que le adversan, de donde hubo enfrentamientos diversos, desde la época sangrienta de la Guerra a Muerte hasta cuando comienza el período de la depuración entre  sus allegados, lo que dio origen a sucesivas purgas, como el caso bien triste originado con el fusilamiento del general Carlos Manuel Piar. Ya para ese entonces la guerra que él maneja con un equipo por demás heterogéneo se mantiene en un plano de conflictos, y más cuando aparece en medio de la lucha y por méritos ganados, el adversario tenaz pero adaptable que en verdad hace ganar la guerra de Independencia en cuanto a Venezuela se refiere, que es el general José Antonio Páez. Y por otro lado de la balanza desembarca en Tierra Firme como contendor de Bolívar un hombre venido de abajo, de la clase marginal pueblerina, pero héroe de los combates españoles, que es el general Pablo Morillo. Con estos caudillos, que ambos lo fueron, el caraqueño Bolívar habrá de sostener ahora una batalla más política pero también guerrera, que dará sus frutos a la larga.  Para esa altura de la personalidad del caraqueño bueno es mencionar algunos datos en la carrera que se labra, como por ejemplo su amor por el poder, aunque a veces renuncie para que nadie le oiga porque parece que entre sus lecturas dispersas a la altura visual sostiene los pródigos dictados del conocido Maquiavelo, y entre las componendas necesarias para sostener el eje de la política que anda entre sus manos la pluma no le deja tranquilo, de donde comienza a sentar bases de todo cuanto tiene en mientes como es el caso de una república con cierta estructura monárquica, de lo cual a la larga él viene a constituirse en Rey que por cierto no pudo cuajar desde el año 1819 cuando ya aflora para todos este concepto inédito de su pensamiento, hasta el propio año de 1830 en que ya estando casi al borde del sepulcro, ni lo cree así, pues se considera inmortal, protegido de los dioses olímpicos, pensando al tiempo en su capacidad para ser Rey de las Américas.  Y para colmo, que muchos lo vieron como raro o extravagante, mantuvo por años un amor  desmedido hacia el imperio inglés, como consta en mucha de su correspondencia y relatos de conocidos, ello quizás ajustado al temor de un contraataque serio que pudiera venir de la Península apoyada por otras coronas europeas, pero que en todo caso se dijera y como crítica fundamental que tal idilio equivalía a salir de un imperio para entrar en las garras de otro más rígido y demoledor.
Panteón Ncaional en Caracas
            Como quiera que en los últimos tiempos para llevar la voz contraria y estar siempre en la noticia de lo inesperado, algunos se han dado a la tarea de difundir cosas inexactas sobre Bolívar, al extremo de asentar que los adversarios colombianos del  Libertador lo habían asesinado con arsénico y que no se sabía si los restos que reposaban en el Panteón Nacional eran los suyos, el gobierno de Caracas ordenó profanar su tumba para al abrirla en presencia del propio Presidente Chávez y en las horas nocturnas, con el show que se monta y que las cadenas noticiosas difunden en el mundo, en ultimada instancia, como afirman los manitos, con exámenes exhaustivos se vino a saber lo de siempre, demostrado ante testigos de su muerte y profesionales que juntando pruebas revelaron la exactitud de esos despojos que aún revestían desechos de la vestimenta con que se le enterró, al extraerlo de su tumba en 1842 y cuando nuevamente se le examina al colocar su huesa traída desde Santa Marta en la capilla de los Bolívar que forma parte autónoma de la catedral de Caracas, hechos levantados por escrito y en forma solemne al momento de suceder, como luego fue su traslado definitivo al Panteón Nacional, en tiempos del general Guzmán Blanco. Y no contentos con todos estos datos precisos e indubitables, por los años sesenta del siglo pasado y ante cierta duda que volviera a estremecer su paz sepulcral, por pedido del Ejecutivo de la nación un grupo seleccionado de la Academia de Historia de Caracas que lo formaban prestigiosos historiadores de amplia trayectoria emitieron un dictamen específico y sustancial, apoyados igualmente por la Sociedad de Historia de la Medicina, donde concluyen sin ninguna duda que Bolívar murió de tuberculosis, heredada de ambos factores paternos y por el estudio hecho sobre los últimos días de su vida, que son los de un tuberculoso en fase terminal, como además se exponen otros datos que ayudan a determinar el fin de sus días y la exactitud de esos restos.  Ahora, para más echarle leña al fuego, el gobierno dando por inseguro todo lo que acabo de recordar decidió nuevamente emprender una campaña adversa, con la que trajo “científicos” que con el ejemplo del agua tibia concluyeron en la mentira de su asesinato y en la otra mentira de su osario, por lo que ante tamaño descalabro que ha tenido para remendar el capote decide hacer un nuevo mausoleo a objeto de cambiar sus restos hacia una especie de Iglesia de los Inválidos, de París, donde descansan Napoleón y todos sus generales como de los compinches que le acompañaran, pero no desde luego de asesinos, ladrones y maleantes, porque según el vulgo corriente de Caracas en esa jaula que se construye con esta intención oportunamente van a colocar al  lado de Bolívar a muchos héroes de la revolución, del presidente enfermo para abajo, no dejando afuera desde luego a personajes fallecidos como el fiscal Danilo Anderson, Luis Tascón, el de la lista, la recordada revolucionaria Lina Ron, el Contralor General de la República Clodosvaldo Russian, y en su momento a próceres de la calidad del comandante guerrillero Rodríguez Araque, Rodríguez Chacín, del sabio empresario petrolero Rafael Ramírez, del magistrado Aponte Aponte y Vásquez Alvaray, que se habrán de integrar también allí, el mismo Phd en economía y finanzas Giordani, algún recuerdo emotivo con cierta placa alusiva y sendos bustos de Cristina Kirchner, de Lula, Evo, Raúl, Fidel desde luego, Correa, Ortega y toda la comuna de quienes viven del presupuesto venezolano en el extranjero. Pero ya colocada en su buen sitio esta apostilla sobre la historia actual venezolana, que no sabemos como va a terminar, volvamos al tema central referido a Simón Bolívar.

            En efecto, hace pocos años en un canal televisivo y de la cultura en Caracas pude apreciar en varios capítulos como ciertos desenterradores de cadáveres en Gran Bretaña se dedicaban entre el terror y la ficción a distraer a los videntes con ciertas astucias preparadas para darle vida a las cabezas de los cromañones y neardentlales, al extremo que luego de varias jornadas metidos en la fantasía de los recuerdos y de la sumas ejemplares a percibir por el extraño quehacer, como de la creatividad mental copiando los sistemas que utiliza el Museo Tussaud para dar vida a personajes desaparecidos, con ese mismo empeño y a objeto de demostrar su trabajo, como la paga que reciben, ciertos expertos que así se llaman, dedícanse a crear seres desgreñados cual zombies de la realidad infantiloide y otros aditamentos con que los presentan para que por ese arte parecido al de las pinturas de Goya crezcan en fama pero no en la realidad.

Elaboración de reproducciones en cera
Museo de Cera Madame Tossauds
 
De aquí aparece un nuevo rostro de Bolívar, cuya presentación ha sido polémica, porque representa a una persona que no es el Simón conocido a través de innúmeros retratos existentes, porque bueno hubiera sido que comparando las efigies de Don Simón con el más auténtico que es el lienzo de Gil de Castro, o las copias oficiales, el más parecido a su persona, como lo testifica el mismo Libertador al pie de dicho retrato hecho en Lima, partiendo de esa casi exactitud y yendo desde aquel que le hacen en Europa en la muy tierna edad, como los realizados en Colombia en la hora extrema de su vida, todos esos elementos probatorios sumados a las descripciones contenidas en quienes lo conocieron personalmente, que son muchos, mas las comparaciones que pudieran hacerse tanto en el paso de los años como en los detalles especiales que se encontrarían en la comparación de las figuras, desde luego hachas por personas versadas y artistas consumados, todo ello pudo dar un cuadro muy preciso de su rostro, avalado por tantos expertos, y no lo que ahora ha salido de la mano engendradora de figuras que al verse la respuesta denota que son un reclamo de la mass media con algunos detalles por clasificar. Démosle tiempo al tiempo para salir de este nuevo enredo bolivariano.
Simón Bolívar - Lienzo de Gil de Castro

            En cuanto a la existencia del personaje Bolívar hay muchas maneras de verlo, como se demuestra en la numerosa historiografía y el cultivo de las imágenes existentes, como aquellas últimas que se le tomaron en el viaje postrero a Santa Marta, ello aunado a la personal manera de pensar de cada uno que darían motivo a pequeñas interpretaciones, porque si a ver vamos no es lo mismo leer un libro sobre este caraqueño de Augusto Mijares, o el Bolívar que en dos tomos y sin miedo al qué dirán presenta el embajador Salvador de Madariaga. Pero como hemos tanto ahondado sobre el tema en diversas oportunidades vamos a señalar algunas cualidades de este personaje para que usted con toda tranquilidad y a través de las neuronas tranquilas pueda pintar el verdadero retrato de Bolívar, para la satisfacción prural y a objeto de que se acabe tantos dimes y diretes. Por tanto bueno es consignar que el caraqueño ávido de gloria fue revoltoso, de mentalidad volteriana y atropellado de carácter, con ideas desbordadas, a veces de malhumor, regañón, siempre en movimiento, amante del baile, las mujeres, el vino tinto, de Madera o Burdeos, aunque en él comedido por el temor a delirar, y hasta detesta a los borrachos, camina de prisa, corre, salta, gusta del juego de tresillo y la ropílla, se deleita en la hamaca leyendo, pasea, oye al interlocutor con brazos cruzados, es parlanchín, irónico, exagerado, mentía pero con cálculo, era propenso a insultar, según Miller lo expresa, arrogante, altanero, caprichoso, acomodaticio, de ideas sueltas, expresando opiniones contradictorias  o engañosas, a conveniencia, tal el caso de su aprecio solapado por Napoleón, quien lo seduce en lo interior, y equivocándose muchas veces, pero de gran memoria y ávido siempre de gloria, que le fuera denegada, de voz chillona, áspera, canta en algunas oportunidades, recita, conversa a menudo, envejecido a destiempo, de piernas enclenques, es frentón y ella retiene arrugas, algo cabezudo, de cara oval, ojos castaño oscuros, mirando en sesgo y sin fijarlos, cejas pobladas, orejas grandes, los labios gruesos, saliente el labio inferior, de pies y manos pequeños, como los de una mujer, con callos arriba de las piernas por su permanente cabalgadura sobre equinos [“sus posaderas eran dos pedernales”, asiente el doctor Reverend], de piel morena y también áspera, con patilla y grandes bigotes rubios, que se asegura los afeitó en 1825, pelo negro y crespo vuelto gris ceniza, de donde por la rizado el impredecible Simón Rodríguez  asienta que era zambo [los negros de la hacienda en Capaya así lo afirman], no miraba de frente a su interlocutor sino con los ojos bajos, tenía mezclas entre pardo y mestizo, en ocasiones resultó arisco, de cabello áspero como afirman otros, la boca pequeña y fea según se le ve en algunos retratos, el rostro de matiz trigueño, y cuya mascarilla que le hicieron a su muerte lo define prominentemente negroide, concepto expresado por el erudito Luis López de Mesa. Poseía una magnífica memoria para recordar lugares, hechos acaecidos y a los amigos, con que agrego a los enemigos. A veces sufría de una honda tristeza melancólica, dado el ancestro del mestizaje indio, siendo persona de más acción que menos pensante dado la rapidez que utiliza,  aunque de inteligencia  y estilo superior pero no en lo escrito, pues su lenguaje adolecía de pureza y era afrancesado. Hombre racional, ateo, masón y cristiano al tiempo, heterogéneo y complejo como lo define Madariaga, “rara vez supo obedecer”, al extremo que resulta un verdadero híbrido americano. Abundó de enfermedades, tenía crisis nerviosas, depresivas, de neurosis hasta de cólera, con tendencia epileptoide y de pasajera enajenación, era generoso y gastaba en exceso de su capital, viajero como príncipe y ayudó en lo que podía. Su vida política fue salpicada de altibajos que a la larga dejaron ver sus intenciones de mando conservador, y los documentos que redactaba, que a veces eran contradictorios, en cuanto al estilo y el contenido estructural fueron corregidos por intelectuales de la talla de Juan Germán Roscio y Manuel Palacio Fajardo. Su vida pública, enigmática, dejó mucho que desear en cuanto a las relaciones interpersonales y con los estados de conciencia superpuestos por el carácter megalómano de su ser. Como militar y jefe de estado hay también quienes discrepan de su éxito. Pero todos convienen en sostener que la vida lo hizo cambiar de ese Bolívar que llevado por dentro para hacerse visible acaso con la paciencia de muchas lecturas sobre sus numerosos escritos y la novedad en los trabajos críticos que sobre él se han hecho y se harán. Eso sí, nadie deja de reconocerle muchas cualidades, que han sido bastante señaladas. Dejo así cumplida una misión difícil porque el personaje se las trae y de muchos lados podemos estirar la cobija. Ojalá que en el rompecabezas a concluir con tantos sabios dictados se pueda sacar en limpio el Simón Bolívar que en plenitud sigue desconocido, porque muchos se apoderan de él como en juego de plastilina, para que poco a poco cuelgue la espada que daño ha hecho entre tantas interpretaciones aviesas o prejuiciadas, con la intención que podamos tener al fin un héroe civil, un estadista imparcial alejado de los charcos de sangre y de las vicisitudes sombrías.

CARA Y REVÉS DE MARCOS PÉREZ JIMÉNEZ


            Amigos invisibles. Lo que voy a escribir en esta oportunidad acaso no les guste a muchos vivientes y hasta dolientes de aquella época dictatorial, pero como en fin no tengo compromisos en este sentido puedo hablar claro sobre un período importante de la historia venezolana que hasta ahora ha sido tratada según conveniencias particulares, por una serie de factores que impulsan testimonios diversos y no bien atenidos a la realidad. Pues bien voy a realizar el trabajo con el carácter de historiador nada sustentado en detalles de relleno ni a largas notas que en vez de aclarar oscurecen el tema, que de paso sea dicho puede ser enfocado con distintos matices, dado el cambio fundamental que durante ese tiempo ocurriera, pero que adolece, como todos los de su época en estos campos manchegos de América Latina, de tener por detrás el sello de lo dictatorial impuesto y no con simple deseo, sino porque así era señalado por los altos cenáculos dirigidos desde Washington, para el resguardo y cultivo de los intereses propios.

Gral Marcos Pérez Ji´ménez


            Valga decir que Marcos Pérez Jiménez es el primer presidente que huele a siglo XX, es decir totalmente desapegado de los viejos instructivos que en materia política y de estado venían turnándose primero en forma lenta hasta la muerte del general Juan Vicente Gómez, en 1935, y luego con cierto deseo de arranque a partir de la llamada Revolución del 18 de octubre de 1945, porque ésta sí fue de esa categoría al romper el telón oscurantista que mantuvo apresado el país, pues incorpora el concepto general de una  nueva Venezuela, pero que con las disputas posteriores entre los dirigentes que emanan de ese golpe de estado, a poco viene a dar al traste con las ideas de avance que contienen sobre todo en el aspecto social del país, pero que pronto luego de otros acomodos entre la casta militar reinante resulta ser el triunfador de entre ellos el susodicho Marcos Pérez Jiménez, quien con cierta maña acostumbrada por esa mafia militar terrible para los `pueblos latinoamericanos, sale a flote como el mejor de tal casta y manejará el país con otra visión nueva durante una década de poder, incluyendo los sucesos ocurridos entonces y el sonado magnicidio del coronel Carlos Delgado Gómez. Para entrar en noticias sobre este personaje diremos que nació el 25 de abril de 1914 en un pueblo del occidente de Venezuela llamado Michelena, erigido el siglo XIX con campesinos emigrantes del desastroso terremoto de Lobatera, de 1849, comunidad por cierto muy humilde elevada en la alto de la montaña con clara visión comarcal. Su padre era un maestro de escuela primaria, que en la fronteriza Cúcuta casó con otra maestra de escuela, fundando el hogar en aquel sitio de labriegos con mucha constancia de trabajo y ejercicios del conocimiento, en los cuales se instruyen los tres hijos de este matrimonio formados con el ejemplo del diario quehacer y el deseo

Gral. Gómez y Gral López Contreras
de superación. Los años fueron pasando mientras los hermanos Pérez Jiménez estudian en San Cristóbal aún en tiempos del andino presidente Juan Vicente Gómez, de larga actuación patriarcal, y en el momento oportuno viajan a Caracas, en época previa al cambio efectuado de Gómez a Eleazar López Contreras, ambos tachirenses, cuando los andinos de ese estado mandan sin interrupción desde 1899 hasta 1935, a lo que luego se agregarán muchos años más en ese poder supremo. Por esta circunstancia de la residencia en Caracas Marcos Evangelista ingresa a estudiar en la vieja Academia Militar de Venezuela, en 1931, donde cursa la carrera correspondiente con las más altas calificaciones aún no superadas y sobresaliendo entre sus compañeros por la capacidad y de un inicio demostración de mando.


          Pequeño, de buena presencia y sereno en el hablar sin retóricas, sería obra de un estudio muy amplio poder referirse a su persona como político, hombre de estado, militar, técnico y visionario que lo fue y sobre todo de un gran amor a su patria a través del pensamiento conservador y nacionalista que lo impulsara en las acciones a efectuar, por lo que modestamente me referiré en grandes pinceladas a su exitosa carrera humana y profesional, que ya es como decir mucho. Que tuvo errores y desaciertos nadie lo niega, pero si comparamos su pasantía por el palacio presidencial de Miraflores con cuantos a partir del finado general Gómez por esos predios anduvieron en escarceos inocuos o vegetando en la rapiña, el premio al mejor mandatario se lo lleva él, sin que, repetimos, los tantos desagradecidos camaleones que cambian de colores y los lógicos enemigos del ostracismo o de la cárcel y de las ideas políticas, piensen lo contrario. Nadie es perfecto ni menos los que se sientan en la silla y a veces trono de Miraflores, que este supo bien ocupar. Que tuvo una fuerte policía para defender el régimen de tantos alborotos llamada la Seguridad Nacional, lo acepto sin ninguna duda, pero si enfrentamos a ello la inmensa construcción del esclerótico país que en vuelta de diez años pudo realizar para sacarlo del tiempo de las cavernas, salvo en algunos aspectos el breve período de la Junta Revolucionaria de Gobierno, eso en el tribunal sereno y ciego de la Historia lo compensa con creces, por lo que pasados casi 60 años de su lejanía del país deben revisarse los textos de enseñanza para reflejar sin rubor y callados los pocos que aún murmuran, lo que en verdad fue el tiempo propicio del Primer Magistrado Pérez Jiménez.

            El andino castrense recien graduado pronto obtiene una beca para que vaya a instruirse en sus materias en la conocida Escuela Militar de Chorrillos, en Lima,  laboratorio creativo remedo de West Point, guardando las distancias, todo después de la cruenta guerra del Pacífico contra Chile, de donde sus corredores y aulas bullían de un espíritu no solo manejado por la técnica más avanzada, sino por la ideas sostenidas en cuanto al desarrollo de los pueblos atrasados que venían formándose a través de la experiencia fascista italiana y de otras corrientes librepensadoras europeas sostenidas como antídotos contra el comunismo expansivo, que entonces apoyaba la Casa Blanca y el Pentágono, ambos de Washington. A su regreso al país Pérez Jiménez es empleado en puestos atinentes del Estado Mayor, al tiempo que da clases en la Academia Militar, donde se consustancia con las novedosas ideas que bullen entre sus alumnos y quienes aspiran mediante grupos o logias activas al cambio necesario en la conducción del país, entrando así en relaciones con partidos políticos recien constituidos y con grupos que adversan peligrosas ideas comunistas. En estos andares trasiega su trabajo cuando a raíz de los sucesos acaecidos al final del gobierno manejado por el general andino Medina Angarita se produce el golpe de estado del 18 de octubre de 1945, entronizándose entonces un nuevo gobierno lleno de dificultades aunque con promisorias ideas para cambiar el destino de la república, el que al cabo de tres años zozobra por incomprensión de los partidos y la pujanza de la logia militar, lo que da pie a que la Junta Revolucionaria de Gobierno con otro golpe cuartelario dé paso a la Junta Militar de Gobierno, con el capaz comandante Delgado Chalbaud a la cabeza, que a
Carlos Delgado Chalbau
raíz de su magnicidio da entrada al tímido marioneta Suárez Flamerich, y a este le sucede Pérez Jiménez al mando de una Junta de Gobierno que en l952 convoca a elecciones presidenciales acaso prematuras, que pierde desde luego el militar en turno, pero cambiando la jugada en un pronto golpe de palacio apoyado por la Asamblea Constituyente con rapidez le designa Presidente Provisional, y luego lo elige para dirigir los destinos del país en el quinquenio 1953-1958, que sin lugar a dudas, porque lo dicen casi todos los estudiosos, ha sido el período más floreciente de la administración pública en Venezuela.

            Por encima de que se entroniza un gobierno militar pero con personajes capaces en diferentes materias que sabe escoger el propio presidente Pérez, como Sansón, Gómez Ruiz, Vallenilla, Urbaneja, Chataing, Otáñez y otros, y de que mediante nueva cuenta aparecen movimientos en contra del gobierno azuzados por los partidos de extrema izquierda y algunos revoltosos socialdemócratas, principalmente, el gobierno echa a andar sobre una base que tiene fundamento en los planes aprobados del urbanista francés Maurice Rotival, traído durante el tiempo de Delgado Chalbaud en la intención de reformar a Caracas, con el aumento de los precios petroleros y de ciertos impuestos provechosos, en el sentido de establecer una suerte de tropical visión del sueño americano, donde la ciudad y el entorno del valle en que se asienta está cruzado por grandes avenidas y autopistas, como de edificios suntuosos dignos de la gran capital, desarrollo que el presidente Pérez Jiménez vigilará personalmente  desde  cuando  se  inicia  la  construcción  del c entro  cívico denominado  Torres de
Torres del Centro Simón Bolívar
El Silencio, en lo que se pudo ver de día y de noche a miles de trabajadores excavando con máquinas adecuadas cierta enorme aérea del centro de Caracas, con una profundidad de algunos veinte o más metros para cargar inmensos camiones que luego depositaban esos colosales escombros rellenando grandes cavidades de quebradas bajantes del cerro El Ávila, para formar así lo que se llama Avenida Andrés Bello de Caracas. Excusen los aumentativos, pero fue verdad. De inmediato también con el mismo furor empresarial comenzaron a trabajar cuadrillas de trabajadores y maquinaria necesaria para mejorar el Palacio de Miraflores, al que se le agrega el Palacio Blanco y el cuartel de la Guardia Presidencial, importantes edificios de estilo neoclásico. Con el mismo empeño que recuerde, porque voy haciendo uso de la memoria, el gobierno piensa en crear una universidad alejada del centro de la ciudad, por lo que encarga a arquitectos especializados como Villanueva, Malaussena, Domínguez y Chataing, el diseño de las nuevas estructuras urbanísticas, de lo que van saliendo edificios como los de la Universidad Central de Venezuela, para lo que adquiere la llamada Hacienda Ibarra, centro superior que se completa con el más moderno mobiliario y artístico, donde predominan esculturas y mosaicos de categoría mundial que hoy son considerados patrimonio de la humanidad, y a lo que quizás la juventud universitaria olvidadiza no considera quién fue el promotor y creador de esta magna obra, con canchas deportivas de primer orden. En ello es posible que le adverse el mal recuerdo, con cierta razón pero no toda, en el cierre de la Universidad por la dictadura actuante, para evitar así muertes juveniles y otros descalabros que fueron prevenidos.

Ciudad Universitaria de Caracas - Universidad Central de Venezuela
Aula Magna de la Ciudad Universitaria de Caracas
Universidad Central de Venezuela

 
Urb. 2 de Diciembre ahora Urb.
         Siguiendo en este mismo orden de ideas y porque era presidente de todos los venezolanos, sin distinción alguna, sobre la base de una política del pleno empleo y del concreto armado, afincado en la doctrina del Nuevo Ideal Nacional, en el rumbo de la doctrina del bien común y hacia la transformación del medio físico que sustenta como mezcla de ideas liberales y positivistas, generando planes de altura Pérez Jiménez pensó en la clase depauperada, por lo que de un inicio declara la guerra a los ranchos y los barrios marginales, de donde en forma inmediata y accionando el Banco Obrero inicia una política de construcción, por ejemplo, de 53 bloques de hormigón, que comienzan a construirse desde atrás del barrio El Silencio, atravesando toda Catia y vienen a terminar en las Lomas de Urdaneta, extensa zona que desarrolla para la clase pobre en edificios de hasta quince pìsos o plantas con sus comodidades respectivas y apartamentos de tres y cuatro habitaciones, para lo cual rediseña toda una serie de montañas bajas que habían sido invadidas con casas muy humildes y a veces de latón o materiales de desecho, política habitacional que amplía en todo el territorio patrio, de donde se ven privilegiadas y junto a las pequeñas en este sentido ciudades que comienzan a crecer acorde a un plan establecido como Maracaibo, San Cristóbal, Valencia, Maracay y Barquisimeto. De otro lado y continuando en esta política de ayuda a la clase pobre, que ya tiene trabajo, bien público o privado, para sostener el nivel sanitario de la población dispone edificar múltiples hospitales gratuitos para que se beneficien entre los más necesitados y otros de la clase media, de donde aparecen el Hospital Universitario de Caracas, modelo de éxito en
 América Latina, como también el muy bien instrumentado Hospital Militar, que se ubica en la zona caraqueña de Artigas.  Mas no contento con todo ello el Presidente en funciones que trabaja de noche y de día también se acuerda de los trabajadores, y fuera de mejorar las casas sindicales crea centros de recreación para ellos y su familia, como el ubicado en el sitio playero Los Caracas, que también tenía fama a nivel mundial en esos años de la década del 50. Y para rematar con la creación a favor de los trabajadores pone en funcionamiento sus ideas creando el Seguro Social Obligatorio, que fue otro modelo de institución en este sentido y en el campo internacional. Es triste y ya pasado el tiempo que las pasiones negativas aún sobrevivan porque de estas y otras más reivindicaciones obtenidas por los trabajadores en esa época ni la misma CTV, que aún subsiste, ni otras organizaciones sindicales, que hoy pueden pensar mejor sobre aquellos problemas, se acuerden de sus beneficios y que callen de manera absurda las buenas obras que se vieron hechas una realidad.

            Pérez Jiménez dióse a la tarea de cambiar la faz de Venezuela, al extremo que su nombre por primera vez se oyó nombrar en el mundo en desarrollo, dejando el país de ser conocido sólo por su petróleo, de lo que ahora estamos en retroceso, salvo de la figura esperpéntica que lo maneja. Como fuere que la presencia oficial de militares era privilegiada, por ser ese su extracto sustancial, pensó de un inicio en reformar toda esa estructura anquilosada, por lo que de inmediato adquiere sendas flotas de aviones a reacción clase vampire y meteor, a la Gran Bretaña, con lo que de seguidas Venezuela pasa a tener el mejor ejército del aire existente en la América Latina. Y no contento solamente con ello, en los astilleros de Glasgow y Livorno, principalmente, también ordena que se construyan otras flotas marítimas para reconstruir la marina mercante, por lo que en poco tiempo la Venezolana de Navegación pronto pasa a engrosar barcos de calidad y tonelaje capaces para mantener el comercio que entonces realiza el país. Y aún no tranquilo con este avance se da a la tarea de modernizar toda la institución armada con la adquisición del muy moderno material de combate, al tanto que construye cuarteles, adquiere la extensa hacienda Coche en Caracas, donde afinca la nueva Academia Militar de Venezuela e instalaciones anexas, el famoso Círculo Militar con un hotel incorporado y el salón especial de mármol con capacidad para 4.000 asistentes, que era el más amplio a importante de América Latina. En esto perdonen la modestia, porque no estoy exagerando, ya que Pérez Jiménez ha sido el único Jefe de Estado que miró siempre hacia el porvenir, por lo que sus construcciones no fueron inmediatistas, y a las pruebas me remito, pues sesenta años después de su desaparición de la escena política en gran parte aún vivimos la etapa perezjimenista que en este sentido nos dejara. Y conste que durante todo ese tiempo de su gobierno el que esto escribe permaneció estudiando en universidades europeas, por si acaso.

Autopista Caracas-La Guaira 1953
            Otra de las grandes empresas del ahora recordado presidente se refirió no solo a construir autopistas en el país, de gran valimiento e importancia a nivel mundial como ocurrió con la que une a Caracas con el puerto de La Guaira, donde inaugura los primeros puentes pretensados del mundo, obra de la compañía francesa Campenon Bernard, sino que el túnel de más de tres kilómetros de largo que allí se incluye al momento de su apertura vino a ser el más largo para servir en América Latina. Ojalá que estos recuerdos no se empañen, porque en el momento de ir al juicio sereno de la Historia se debe despojar de prejuicios y de envidias, tan comunes en el ser humano.  No podemos olvidar dentro  de las realizaciones que Pérez Jiménez llevó a cabo para diversificar la industria del país, que hasta entonces estaba en su apogeo en materia petrolera, de mucha importancia también a nivel mundial, como fue el empeño puesto en crear una industria petroqúimica, que la establece en Morón, y el sensacional complejo minero siderúrgico de altos hornos que sitúa en Guayana, con lo que abre otro inmenso potencial y de desarrollo a esa enorme región venezolana, que abarca entre otros elementos la extracción de coke, producción de hierro, exportación de mineral, la enorme industria hidroeléctrica con una de las presas más grandes del mundo (la segunda), llamada Gurí, y cuatro presas más, como la exitosa industria del aluminio, que manejara consorcios venezolanos y extranjeros. Antes de dejar la presidencia de la República Pérez Jiménez con un plan bien trazado ya construía el puente sobre el lago de Maracaibo, con lo que iba a unir aquella tan importante segunda ciudad del país con el resto de la república. Así como inicia un amplio plan ferroviario nacional con el tendido de Puerto Cabello a Barquisimeto, rumbo a Maracaibo, concluye igualmente la amplia carretera panamericana, extensión de una mayor obra para unir el continente, que de Caracas a la frontera con Colombia tiene una trayectoria de más de mil kilómetros de extensión. A esa labor progresista debemos agregar su amplia política de inmigración europea, que tanto bueno trajo al país para las obras de envergadura a emprender, el inmenso desarrollo en el campo agropecuario, con los embalses ejecutados y la extensa producción de arroz en el Guárico y Turén de Portuguesa, la política de silos, los préstamos a este sector fundamental y el novedoso y científico experimento lleno de éxito con la creación del complejo Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, cerca de Los Teques, donde bajo la sabia dirección del ilustre Fernández Morán, candidato el Premio Nobel, se coloca un reactor nuclear, rodeado de numerosos hombres de ciencia, que es el primero establecido en América Latina. Como no se puede alargar mucho el trabajo, diremos que otro fabuloso plan visionario que construyó el presidente Pérez fue el turista, con el que llena de hoteles de lujo y de medianos el ámbito turístico del país, donde sobresale el Humboldt sobre la elevada cima El Ávila, frente a Caracas, y el teleférico al nevado pico andino Espejo, que entonces fue el más alto y largo en extensión del mundo (12 y medio kilómetros de largo y casi 4.800 metros de altitud).

Reactor Nuclear - Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas IVIC

Holet Humbolt de Caracas
          


            Valga recordar en este momento la posición nacionalista de su gobierno, como fue la defensa sostenida contra las pretensiones de la hermana Colombia en cuanto a los islotes de Los Monjes, y el plan ya en preparación que de manera militar iba a devolver la Guayana Esequiba al territorio nacional, problema a resolverse en marzo de 1958, según planes preparados por el ejército de Venezuela, que incluían el desembarco de tropas anfibias y aerotransportadas. Cuando se acercaron las nuevas elecciones presidenciales para finales de 1957 y a sabiendas de la popularidad que mantenía Pérez Jiménez, para reducir costos en este sentido el gobierno bajo influencias del ministro Valenilla Lanz  dispuso en vez de una elección corriente proceder a un plebiscito declaratorio de si se aceptaba continuar en el poder por cinco años más el presidente Pérez Jiménez, quien disponía de este tiempo para concluir varias importantes obras (cerca de 200 de un plan  preconcebido) antes de retirarse del poder, como en su seriedad característica lo había prometido, plebiscito que gana a favor del Sí, pero al poco tiempo un  pequeño grupo en armas disgustado con el tal referéndum alegando una trampa se alza por tierra y por aire, lo que domina prontamente el general andino, aunque a partir de ese momento y por fuerzas políticas ocultas que se mueven crean una peligrosa tendencia guerrera que el Presidente no está dispuesto a aceptar, de donde el 23 de enero de 1958 y ante la posibilidad de un enfrentamiento humano que Pérez debía ganar aunque con la presencia de sangre en los pocos cuarteles desafectos y la Academia Militar, decide recoger sus bártulos dejando una famosa maleta llena de valores bursátiles que lo incrimina en delitos fiscales, mientras con su familis vuela en la madrugada de esa fecha a Santo Domingo y después a Miami, donde se establece bajo resguardo americano. Pero en este caso la traición jugó su parada, porque llevado a juicio en Caracas, con un tribunal complaciente Pérez Jiménez es condenado a cuatro años de prisión, y los Estados Unidos que antes lo habían condecorado en 1954 con la más alta presea otorgada a distinguidos extranjeros, o sea la Legión del Mérito, lo entrega de manera sorpresiva al gobierno de Venezuela, porque según se dijo Pérez Jiménez ya era un peligro para los Estados Unidos, al ofrecer en 1957 cien millones de dólares en la reunión de Panamá para un Fondo Monetario en beneficio de los países pobres de América Latina, y eso se consideró algo extremo en el llamado patio trasero americano.


Rómulo Betancourt
            Pérez Jiménez fue traído a Venezuela y se le mantuvo 4 años y ocho meses dentro de una jaula especial en la Cárcel Modelo de Caracas, los ocho meses de ñapa por orden propia de Rómulo Betancourt, que desde luego lo odiaba. Al salir de chirona unido a su familia el militar se establece en Madrid y con los 300 millones de dólares estimados que se lleva, cantidad que es nada en comparación con los 3.000 millones de dólares que maneja con éxito en su no largo mandato, se dedica a realizar grandes negocios inmobiliarios en Madrid y Mallorca, con lo que la visión de la fortuna lo hace bastante rico. En Caracas em 1968 y con el partido que se funda o sea la Cruzada Revolucionaria, Pérez Jiménez es elegido holgado Senador de la República, pero muy a la carrera Rómulo Betancourt y el segundón Rafael Caldera ordenan con su gente en el Congreso reformar la Constitución Nacional para impedir este ascenso ordenado por el pueblo, inhabilitándole para el cargo. Así terminó la carrera política de este hombre que ahora sin tanto sesgo e interés como lo he dicho su labor debe ser reescrita para conocimiento de todos los venezolanos. Y como Hugo Chávez Frías sabía muy bien que buena parte de su inesperado primer triunfo se debió al voto complaciente de los venezolanos que creyeron en este militar llanero a fin de enrumbar a Venezuela al estilo de Pérez Jiménez, invitado para la asunción de mando a última hora y a objeto de evitar mal querientes interesados el viejo general desistió de estar presente para asistir al comienzo del fin, en que andamos desde hace muchos años. Murió en Alcobendas de España, el 20 de septiembre de 2001.