domingo, 29 de enero de 2012

EL POSTCHAVISMO.

Amigos invisibles. Aunque la Historia se escribe normalmente después del suceder de los hechos, en este caso especial y sin ser el mago Merlín o menos el visionario Nostradamus, por apreciar los acontecimientos muy de cerca en estos casi trece años vividos al calor de una intentona de cambio que el gobierno de Venezuela llama revolucionaria, con manifestaciones sonoras casi a diario, como técnica mediática  para ejercer el control a través del mando, cuestión estructurada desde tiempos de Lenin que con el ajetreo común dio paso a cierto aprendizaje sobre el manejo de las masas, vengo esta vez a dejar en el tapete  de la razón lo que a mi humilde entender ciertos hechos  y circunstancias que dentro de la vitrina de la Historia  pueden ser una demostración de los acontecimientos a ocurrir en no lejano momento, debido a la enfermedad delicada de que padece el Jefe del Estado, lo que ya no se puede tapar con los dedos de la mano, porque es voz cierta y reiterada  por la cadena de medios profesionales que de una u otra forma se han ocupado del asunto en cuanto a que el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, guasón llanero de lanza en ristre, sufre de un cáncer que le acorta la vida y que será terminal en vuelta de algunos meses.
            Atenido a este criterio científico expuesto por múltiples galenos de distinta extracción y hasta por agencias especializadas de espionaje, a pesar de ser un secreto de Estado ha podido colarse con los medios de inteligencia respectivos, a través de serios análisis durante más de medio año de observancia y paciencia  en que se pudo reconstruir ese malestar fisiológico a pesar de los esguinces informativos que las altas esferas políticas en el poder tratan de amainar desinformando a su vez sobre la tempestad sobrevenida, para buscar al tiempo  la supervivencia de la llamada “revolución bolivariana”, que de revolución ha tenido poco y más de charlatanería engañosa. De aquí que frente a lo por venir el primer paso a establecer mediante cierta difusión reiterativa del mundo oficial es que el referido Comandante está robusto como un toro, que puede soportar más de nueve horas interminables  de mensajes subliminales y epopéyicos sin poder ir al baño como cualquier ser humano, porque los calmantes aportados en un principio permiten aguantar el desastre pero luego no, de donde los ratones como en los barcos viejos buscan la manera de sobrevivir saltando por la borda. Y como decía Don Hugo, tan parecido en ello a Don Simón, el que ya estaba cerca de Santa Marta para morir embraguetado, que infieles son los que intentan “brincar la talanquera”, como tantos hicieron y harán en los próximos tiempos, cual ocurrió con el MAS, PPT, Podemos, el ideólogo Miquelena, el empresario Carrero, Cervini, el terrible Jorge Olavarría, Pablo Medina, el Tascón de la lista, Henri Falcón, Ismael García, Hermann Escarrá y sus consejos constitucionales, el ex ministro Baduel, el general Usón y su lanzallamas, el cercano Albornoz, Urdaneta,  Guaicaipuro Lameda, Chirinos, Rosendo, el comandante del Ejército Vásquez Velasco, el grupo de la plaza Altamira, Petkoff en lo que toca, María Teresa Castillo, el guerrillero  Douglas Bravo, Puerta Aponte, y así infinidad que se corrieron de ese esperpento político que nació como Movimiento Revolucionario 200 o Quinta República, y ha cambiado de nombres acomodaticios para ahora aterrizar como PSUV, en compadrazgo de un tal Polo Democrático, que en definitiva  como en el ring son mucho y no son nada. Así son las cosas, camarada. Por manera que para aquí concluir, esas células cancerosas que pululan en los huesos y la columna cervical, en donde ya se encuentra la ponzoña expuesta por tanto conocedor, que no provienen de los “excelentes hospitales” de La Habana, sitio en que se recluyera el ilustre barinés temiendo cualquier atentado, las están encomendando a Dios y a María Lionza, a los santeros babalaos y ahora de un tiempo para acá al Cristo de La Grita y al incapaz (por obligación) monseñor Moronta, o al templo votivo de Guanare, para que vaya tranquilo ante el Tribunal de la Historia, que habrá de juzgarlo en sus procederes de arrasar con el país, mediante la manía desatada de los cambios de maquillaje, por obra de la cartilla expuesta de personas como el argentino Norberto Ceresole o el fascista Musolini, y en el recordar de esa amalgama entreverada de juventud anárquica tira piedras y miseria vidente inculcada por bajas esferas con mentales ensaladas rusas comunistoides, que fueron progresando en el ego interior a la espera de ser comandante de tropas, para en el estallido insurreccional del golpe de estado de 1992 acabar rindiéndose en el castillete caraqueño de La Planicie, mientras los otros jefes insurrectos habían triunfado en sus cometidos. Así son las cosas, camarada.
                                                                                                                                                                                 

Venezuela ha tenido a lo largo del tiempo una cadena de militares en el ejercicio del poder, que se vienen adelantando desde tiempos del general José Antonio Páez, ya vuelto un caudillo castrense por la gloria de sus encuentros, batallas y combates, y que cada uno posterior a este fundador de la mandonería machista ha intentado salvar el país y llevarlo a la gloria, pero el contrario, a la ruina y al pillaje, siendo el resultado de los mismos el fracaso total. Entre ellos, para señalar algunos  recordaremos al llanero José Tadeo Monagas, al medio loco Antonio Guzmán Blanco, al mulato guariqueño Joaquín Crespo, al alocado Cipriano Castro, y ya en el siglo XX con el zamarro caudillo Juan Vicente Gómez, malicioso andino que interpretara el país como una gran hacienda de su pertenencia, cerrando así el ciclo vital pandillero para aparecer un militar de escuela con visión de futuro, Marcos Pérez Jiménez, que en una década enrumba el país por el camino del desarrollo aún en cierto modo existente, aunque fungía con todos los atributos de dictador. Este tachirense del ejército ante el momento álgido o insurreccional del 23 de enero de 1958 prefirió abandonar el poder y no bañarlo de sangre, tabla de salvación que según algunos hoy aspiran desde las más altas dirigencias gubernamentales, sin recordar que como la Historia a veces se repite, el estribillo de defender al presidente Rómulo Gallegos para evitar su caída, con los 400.000 miembros de la Confederación de Trabajadores y los que bajarían de los cerros capitalinos en este sentido, nadie, pero nadie, ni defendió ni bajó de las alturas para sostener en esa primera magistratura al testarudo novelista que prefirió ser inmolado antes de enturbiarse en el enredo de la casta militar. Así son las cosas, camarada.
            Con la caída posterior de Pérez Jiménez el país entra por primera vez en una etapa democrática  de libertades y de otro desarrollo, bajo la conducción de un maestro de la política regional que fue Rómulo Betancourt, excomunista arrepentido, acompañado por cierto compañero de la tolda adversaria, que a la postre acaba con la democracia existente, a su manera cuando conocedor del caso pendiente sobresee la causa por rebelión militar del comandante Chávez Frías y adecua una ley del Trabajo para Suecia y no a Venezuela, lo que da al traste con los miras futuristas del país, sepulta a su partido Copey y se entrega en ese enredo de ideas dislocadas seudo izquierdistas que fue el llamado “chiripero” gobernante. Ya para este tiempo si bien no se había contraído la libertad, por encima de los problemas que pudieron presentarse y que durante cuatro décadas permitió vivir en paz y exento de odios a la población civil,  con los desvaríos inoportunos de un manejo abusador de la riqueza nacional que desemboca en la devaluación de la fuerte moneda existente y en un derroche de necedades que desbalanza la correcta administración pública, mientras por el agotamiento del sistema se palpa una inestabilidad social mediante el rápido enriquecimiento de unos y el veloz empobrecer de los más depauperados, en cuyo momento determinante y por la desaparición de las grandes figuras que pudieran contener el desastre en ciernes, entre pleitos de aldea y rebuscas de ocasión, con pésimos candidatos presidenciales aparece la figura inesperada  que corre en la última fila de la contienda pero que rápidamente asciende mediante el simular de las ideas que entonces pregona, estando escritas para la posteridad, de donde con el carisma popular que inicialmente ostenta, bajo un programa del zarpazo al poder  proyectado en La Habana sobre los lineamientos calcados al estilo de los que se usaron para apoderarse y sojuzgar a la Europa del Este, a través de un discurso disuasorio y almibarado de la doble intención, el señor Chávez se instala en el mando supremo mediante la jura de una “constitución moribunda”, como bien lo dice en tal momento, de donde por intermedio de la ensayada técnica aduladora del gato ya desde el palacio de Miraflores se empeña en que hay que cambiar a fondo la Constitución, y con el impulso equivocado de la mayoría meses después se adueña de la nueva Constitución hecha a su medida y con ella del país. Así la gente aún incrédula permanece expectante aunque dándose cuenta del camino por el que transita Venezuela, con ideas cada vez más autoritarias, eso sí penetradas a cuenta gotas y al más rancio estilo soviético, esquema “socialista” que en largas peroratas televisivas el mismo Presidente diseña ante los medios de comunicación de los que poco a  poco va adueñándose o silenciando,  mediante una serie de leyes que en cascada se aprueban a la conveniencia de su proyecto o mediante delegación expresa del Congreso para legislar por decretos leyes.
            Una vez atrincherado el llanero en el poder traza un plan concebido para apropiarse de todo el sistema, a través de formas “democráticas” que incluyen sucesivas y variadas elecciones populares penetradas del ventajismo palpable y los procederes objetados, porque se instalan máquinas electorales “Smarmatic”, que no dejan rastro de los teledirigidos actos contables y a las que hay que atenerse, estando prohibidas por ello en otros países. En tales elecciones írritas se impide la libre representación veedora internacional, salvo que sean organismos y personas incondicionales, y así en contra de su voluntad anterior (expresaba entonces que nunca se presentaría a sufragios populares, porque lo suyo era el combate permanente) obtiene mayorías de inmediato cuestionadas, lo que va sembrando temor ante la población asistente. Por otra parte por interpuestos e incapaces comodines se va adueñando de todos los poderes y mediante la corrupción desatada el gobierno se apropia sin retroceder en el empeño, del poder judicial, que cae en sus manos directrices, del poder legislativo, que igualmente lleva este camino, del Consejo de la Judicatura, que corre igual destino para nombrar jueces sumisos, del Ejército en sus distintos medios, que depura a cabalidad y crea milicias para la competencia, mientras algunos son dados de baja y otros se les detiene por años en Ramo Verde, donde todos los cargos de la administración pública están bajo su mando, como el Fiscal, el Contralor, el Procurador, El Banco Central, El Defensor del Pueblo, infinidad de ministerios y otros despachos creados para el cambio previsto, con la pantalla visionaria e irreal en que se vive.

            Eso, que es de todos conocido, porque bajo varios aspectos lo refleja la prensa nacional e internacional es lo poco que aquí puede caber, puesto que el gran empeño del Presidente Chávez ha sido su porfía inaudita de emprender una campaña extrafronteras para ser la voz cantante de la América Latina creando a su vez foros o congresos paralelos a los del común actuantes, mediante un equipo especializado mantenido por el erario venezolano que posee en los países a visitar por él y que por tanto están alertas en su llamado internacional. En este empeño ha establecido un Alba, en dificultoso Celac, que no prospera y ha tenido grandes fracasos salvo cuando suelta la mano de los obsequios millonarios en dólares, y donde como el flautista de Hamelin lo respaldan pequeños y tarifados grupos extranjeros ávidos de dólares como algunos minúsculos pero con votos del Caricon, el indígena Evo Morales, ahora en permanente pleito con las etnias, los usufructuantes hermanos Castro y el G2 habido en Venezuela, el corrupto Ortega, que gana las elecciones a punta de dólares venezolanos, cuando compró a jueces venales y al gordo Alemán que le permitieron ilegalmente continuar en el poder, pero así mismo el hombre al que se le invitara o auto invitara al extranjero, ahora todos lo califican de dictador  y por ello “nanaina” de reuniones en este sentido, mientras es derrotado con su gallo hondureño enmochilado Zelaya, que imita los pasos constitucionales de Chávez para querer mantenerse en el poder por siempre (como el caso dinástico de la enlutada Cristina Kirchner), el enfriamiento con su colega golpista Ollanta Humala, con Dilma Roussef y el cuento fabuloso  que le tendió Lula para los intereses propios de Brasil en el mar Caribe, y el tremendo fracaso de incorporarse en MERCOSUR, puesto que al ingresar éste se acaba porque es un antidemócrata, como alegan los paraguayos. La posición adoptada con el fraterno amigo Santos, que mantiene retenida la demanda penal en La Haya, con todos lo secretos de Reyes, Marulanda, el Mono Jojoy, Cano y Timochenko. Al pobre Pepe Mujica lo tiene de buena cara, porque cada rato le envía un regalo de millones de dólares, y al combo de Cristina y Vido, etc, herederos como digo del avispado Kirchner, no se saca las cuentas de los miles de millones en bonos basura que les compró. Así son las cosas, camarada.
            El otro gran juego del Presidente, para no citar muchos más, es el del petróleo, porque una vez destruida PDVSA, ya que está llena de deudas mil millonarias y las otras petroleras del país se han marchado, no sabe qué hacer con ese tan cantado manantial de petróleo improductivo bajo tierra y que cuesta mucho explotarlo, de donde busca a desconocidos en ese medio para entregarles un pedazo de la torta, pero todos sacan el cuerpo a esa suerte de trampa, salvo China, que como gran potencia imperial avasallante se está adueñando de Venezuela, a la que le debe ahora más de 50.000 millones de dólares con unos negocios bien chimbos y que cada vez el Gobierno le pide más prestado, mientras proliferan miles de asiáticos en el país. Y no dejemos en el olvido crepuscular de los dioses a los otros fraternos hermanos que ya sabemos donde andan, por quienes al decir popular daría la vida, como el mártir ladrón de Gadafi, Lukashenko, El Assad, al Bashir, Mugabe, Putin y la mil millonaria deuda en armas que se sabe obsoletas, Ahmadinejad de Irán (suerte de cucaracha en baile de gallinas) y tantos otros connotados internacionales, fuera de los odiosos y vociferantes pleitos  eternos con los norteamericanos, a quienes se les vende casi un millón de barriles diarios de petróleo cash, pero de eso nada habla.
            El país está en ruinas, donde a nadie se paga lo incautado, las carreteras, complejos de Guayana, edificios, ciudades, los campos, nada se produce y todo se importa bajo restricción, desde la leche, el aceite, el arroz, café, frijoles, medicinas y el azúcar, reina la impunidad mientras existen cientos de “misiones” populistas de carácter político como otra engañifa más, igual al de la educación deficitaria, y de la salud no digamos, que es un desastre. Me duele señalar todo esto porque es mi país, pero buena parte de ello se conoce al dedillo en el extranjero, ya que nada hay oculto bajo el sol. Eso es precisamente lo que heredará el postchavismo de capa caída, sin líderes de peso y combatientes entre sí, con la siembra del odio como escudo y el pago por generaciones de una deuda de larga data, porque para reconstruir lo destruido será necesario trabajar sin descanso en esta tierra bolivariana donde andan sueltos el hampa y el terror, tierra sin leyes protectoras y menos progresistas, sin policías pero con muchos ladrones de toda especie, sin esperanza para los miles de emigrantes y al que describe tan bien en el espectro de su fondo el diario londinense The Economist. Le deseo salud al presidente Chávez, en medio de la paz espiritual, y ojalá que rectifique, pues errar es de sabios, como afirmaba Simón Rodríguez. Vivir para contarla. Así son las cosas, camarada.

martes, 24 de enero de 2012

BOLÍVAR AMABA A LOS INGLESES.

Amigos invisibles. En verdad que las facetas de la vida de Simón Bolívar son inauditas, por acomodaticias. Ahora es cuando y debido al estudio pormenorizado que se hace,  han salido a relucir tantas características de la vida del Libertador que permiten con tranquilidad estudiar sin tapujos la variación permanente de su vida, aunque por esos mismos canales se puede entender su personalidad dual, o sea lo que había detrás y el verdadero pensamiento de este adalid latinoamericano. De un principio debemos asentar que las familias Bolívar y Palacios, de las que desciende Don Simón, eran mantuanas, oligarcas, es decir ricas en poderío económico y social, del grupo escogido entre los que forman parte privilegiada del gobierno colonial, ya sea en forma directa o tras bambalinas, de donde siempre se mantenía como la nata sobre la leche en el poder, de aquí que la educación y el porvenir de Simón Bolívar a pesar de su terquedad, que la tuvo desde un principio, siempre miró en este ejercicio superior, hasta que ya fue hombre. Pero como la fiesta no estaba para bailar joropos ni la masa para bollos,  después de los acontecimientos ocurridos en España por la invasión francesa de su territorio y el apresamiento de los monarcas Carlos IV y Fernando VII, el alerta naranja, expresada en términos actuales, vino a posarse sobre estas extensas regiones para defender los derechos conculcados tanto en la Península como en las Indias, y de allí que ojo avizor cada uno trató de buscar un refugio espiritual y de protección según su conveniencia.

            Y como el problema era entre potencias europeas pero con proyección hacia América, bien pronto se dieron cuenta los mantuanos conservadores del estatus y otros dirigentes de Venezuela que como con Francia no podía existir algún arreglo, porque privaba en ella el espíritu de la guillotina que le cortara la cabeza al borbón Luis XVI y a su esposa María Antonieta de Austria, queriendo imponer otra república para destruir la monarquía y acabar con la decadente Corte de Madrid, el peligro era tan grande que a pesar del entreguismo en las fauces del león inglés prefirieron pactar con este enemigo potencial, que ya tenía por dos siglos colonias en América. Por esta circunstancia a los revoltosos de Caracas que el 19 de abril de 1810 con la tramoya de la defensa de los derechos de Fernando VII dan el primer golpe de estado en Venezuela y destituyen al Gobernador Vicente Emparan, haciéndole preso y pronto expulsándolo del país, una vez puestos en el ejercicio del poder ilegítimo deben pensar seriamente en acercarse a Londres en busca de protección y ayuda, porque sabían lo que les esperaba. Y es aquí precisamente cuando aparece la figura no tanto conocida en esos predios rebeldes de Simón Bolívar. En efecto, si bien este caraqueño conocía en síntesis lo que estaba pasando, sin embargo su posición era un tanto neutra porque no creía que con eliminar a los españoles del mando colonial y entregar el nuevo poder a un grupo heterogéneo ávido de provechos y de asumir posiciones en ascenso, se iba a remediar la difícil situación atravesada, puesto que para sus adentros tal cambio seguía en detrimento de los intereses clasistas, puesto que el levantamiento acaecido distaba lejos de su grupo y solo algunos connotados de esa banda estaban acordes de verdad con este movimiento usurpador. Pero cuando hubo la necesidad de enviar una pequeña delegación a Londres con el fin de la ayuda inicial, el prócer allegado y pariente Martín Tovar Ponte  luego de mucha labia constructiva pudo convencer al señorito de Caracas para que fuera ante la Corte de San Jaime con un reducido séquito por él pagados en los gastos, para que abogara a favor de la colonia insurgida y deseosa de alguna libertad, pero en lo bisoño de su inicio no se dio cuenta o le tuvo poca importancia, que si bien tras corrales los ingleses luchaban contra los españoles por el dominio de los mares, de otra parte muy importante del juego y con las impertinencias del deseo libertario y no de defensa de los derechos reales, como inicialmente se esgrimió para lograr una entrevista secreta  y nada oficial con el Ministro marqués de Wellesley, de inmediato con la prudencia diplomática necesaria el gobierno inglés desestimó cualquier ayuda hacia Caracas, archivando el episodio, pues Inglaterra era una monarquía y andaba cerca de España en la lucha contra Napoleón. De este chasco diplomático y a pesar de todos los parabienes esgrimidos por Bolívar a favor de la Casa reinante de Windsor, que nada pudieron hacer hacia su causa, sí comprendió de inmediato que Inglaterra era la única solución para poder libertar a la América hispana, por lo que a partir de tal viaje comienza a desarrollar una suerte de admiración exacerbada por lo inglés, que mantendrá hasta los últimos días, sin calcular, no digámoslo por ignorancia, que con esa posición para muchos entreguista, solo quiso cambiar de patrón colonial, lo que ya es mucho decir y da pie a bastantes interrogantes sobre su persona e ideas verdaderamente libertarias.
            Sería muy largo y tendido elaborar un artículo con infinidad de detalles  concluyentes donde se demuestra este amor permanente, ardoroso, hacia lo inglés, que se podrá ver en el libro escrito por mi amigo Aarón D. Truman, pero sí voy a traer a colación muchos pasajes de esto que sostengo, y como para la muestra vale el botón, valga decir que en los años álgidos de la Guerra de Independencia y casi destruido como andaba Bolívar, porque el general Pablo Morillo había reconquistado buena parte del país, al Libertador solo se le ocurrió traer un contingente mercenario que se llamó pomposamente la Legión Británica, que en buena parte eran irlandeses, lo que dio mucho que desear en su comportamiento, aunque sí pudo sacar de esa menestra humana algunos buenos oficiales que le sirvieron como ayudantes, edecanes y para algunas misiones difíciles, como el paso de los Andes, la batalla de Carabobo y el sometimiento del general José María Córdoba, que terminó en su injusto asesinato. Así, por estas vías de su entrega hacia lo inglés de entonces siempre consideró que “Inglaterra tenía que ser el árbitro de los destinos de Suramérica”, por lo que en este apoyo sumiso el caraqueño escribe “liguémonos de cuerpo y alma a los ingleses… no podemos existir… sino con el beneplácito de Inglaterra”. Y para más ahondar en la cuestión espinosa escribe al general Santander en junio de 1824: “Nuestra América no puede subsistir, si no la toma bajo su protección la Inglaterra… si nos ligamos a la Inglaterra subsistiremos, y si no nos ligamos, nos perderemos infaliblemente”. Y ya en la conocida Carta de Jamaica, que redacta,  sostiene que el gobierno a instalar  debía ser (“podrá”) a imitación del inglés, y en su discurso ante el Congreso de Angostura, en 1819, con aquello que esgrime del presidente vitalicio, o rey sin corona, (luego escribirá Rafael Urdaneta a Sutherland, refiriéndole que “Bolívar tenía la intención de formar una monarquía, bajo la protección inglesa”) afirma: “Así, pues, os recomiendo, Representantes, el estudio de la Constitución Británica (“la más digna de servir de modelo”)  que es la que parece destinada a operar el mayor bien posible a los pueblos que la adoptan…”. Y sostiene “En nada alteraríamos nuestras Leyes fundamentales, si adoptásemos un Poder legislativo semejante al Parlamento Británico”, de donde el señor Hamilton recuerda al Duque de Essex que “la Constitución propuesta por el General Bolívar [está] formada  sobre el modelo de la Gran Bretaña”, lo que me recuerda el modelo utilizado en la India, Canadá, Australia y otras colonias británicas, que en el delirio esgrime el caraqueño en abril de 1829, sosteniendo ideas de un protectorado británico, y así dice: “Albión es la dueña de las naciones”, por tanto bajo su sombra podremos crecer, hacernos hombres, instruirnos y fortalecernos”, porque la intención entonces era a cambio de ayuda entregar concesiones territoriales a dar en Centroamérica (Panamá o Nicaragua), saliendo así de un amo para caer en otro.
            En este tono del entreguismo o algo por el estilo el Libertador al argentino Bernardo Monteagudo en buenas paces escribe, en agosto de 1823: “Luego que la Inglaterra se ponga a la cabeza de esta Liga, seremos sus humildes servidores”, de donde por siempre calló lo relativo con la ocupación británica de la venezolana isla de Trinidad. ¿Porqué nunca habló de ello?.  Es otra mancha que se debe analizar a la luz de estos descubrimientos, pues dentro de la alabanza a lo monárquico inglés don Simón sin aspavientos expresa: “No hay país más libre (?) que Inglaterra…. Inglaterra es la envidia de todos los países del mundo y el modelo que todos debiéramos imitar…  y si viniera del Gabinete británico una propuesta para que se estableciese una monarquía o monarquías en el Nuevo Mundo, hallarán (en mí) firme y  seguro apoyo… a sostener el soberano  que Inglaterra propusiese…”. Por ello expresa Carlos Villanueva “Bolívar pensó en una monarquía criolla, disfrazada o declarada, bajo el protectorado de Inglaterra”.  Y así el caraqueño demostraba el amor por Inglaterra, incluso antes y después que lord Arthur Welleshey en 1807 trajera un ejército inglés de ocupación hacia Puerto Cabello en Venezuela,  pero que en el camino, con una contraorden sobrevenida los expedicionarios se desviaron hacia la sevillana Cádiz, por causa de la guerra sostenida con los intrusos franceses.
            Y volviendo sobre el tema colonial sostenido por Bolívar asentamos que en marzo de 1825, en una conversación mantenida con el inglés T. Mailing, éste le confirma sin rodeos: “… estoy dispuesto a ofrecer mi apoyo a cualquier soberano que nos dé Inglaterra”…”. Por ese estilo al Mariscal Antonio José de Sucre, en enero de 1826 el Libertador le asienta también “La alianza con la Gran Bretaña es una victoria en política  más grande que la de Ayacucho, y si la realizamos… nuestra dicha es eterna. Es incalculable la cadena de bienes que va a caer sobre Colombia si nos ligamos a la Señora del Universo”.  Y en el banquete que le ofrecen en 1827, en Caracas, admirándolos sobremanera “todos sus elogios fueron para Inglaterra”, e incluso hace saber  al importante George Canning (éste había dicho “Hispanoamérica es libre… y será inglesa”) que como compensación que él reciba  de ese imperio, Cuba y Puerto Rico caerían bajo el dominio británico. Y en el colmo de la zalamería dirá el 30 de abril del mismo año, que los ingleses “poseen el patrimonio de la libertad y de la gloria”.  Pero eso sí, lo que para nada aborda el caraqueño sobre esta posible y triste relación que piensa entablar con Albión, es lo referido a su revolución  industrial en boga, con el invento de la máquina de vapor, “lo que no toma en cuenta a lo largo de su gestión política para el desarrollo sustentable de su proyecto nacional”.  
            No menos cierto es que Bolívar recibió veladamente y hasta por compras  armas y bastimentos de aquel imperio opresor, que mira a la América como un negocio lucrativo de amplio espectro, sobretodo desde el siglo XVIII y en el contexto del imperio español que se derrumba, al tiempo que dentro del desastre fiscal en que se encuentra inmersa la república colombiana, el centro de la corrupción financiera de los préstamos que se reciben bajo la orden de Bolívar persisten radicados en Londres, lo que dará pie a un próximo artículo en que trataremos con pelos y señales tal suma de desastres bancarios, porque el desconocedor de finanzas que es Bolívar daba “facultades ilimitadas” en este sentido, por lo que el vivazo  y “bon vivant” paisa Francisco Antonio Zea, con ese aval ilimitado del caraqueño hizo de las suyas en el aquel predio de la raponería y el descaro plutócrata. Valga recordar aquí lo que vino a ser el desastre de la Legión Británica, mercenarios traídos con paga y pertrechos, pero luego dejados a la bartola y a las anchas mientras unos murieron de enfermedades como la fiebre  amarilla, el paludismo o las diarreas, otros saquearon sin detenerse como acaeció en Río Hacha, y del total de seis mil cien que vinieron en los viajes muchos eran aventureros borrachos, insurrectos, desertores, busca pleitos enfermizos e inadaptados de fortuna, con condenas en su país por servir a otros gobiernos sin permiso, por lo que Bolívar en el desencanto y el fracaso de los hechos, a pesar de la valentía del algunos, en julio de 1820 adolorido sobre ello escribe a Mariano Montilla: “…verdugos que si no los pagan no matan y que son como aquellas cortesanas que no se rinden sino después del cohecho”. Pero por encima de este amor desenfrenado y con la óptica que miraba el Libertador aquel futuro, desde luego triste para él porque murió abatido por el desengaño, no debemos olvidar que algunos jóvenes incursos en tal grupo llamado Británico, porque con él también vinieron soldados en el paro forzoso pero valerosos procedentes de Escocia, Gales, Hannover y otros lugares sin trabajo, y algunos jóvenes dinámicos y llenos del romanticismo de su tiempo al estilo Lord Byron que en grupo se unieron al Libertador y de los que saca provecho teniéndolos bien cerca de su actividad, sirviendo muchos en su Estado Mayor, o como Edecanes, que hasta coloca por encima de la oficialidad criolla, dados para algunos sus conocimientos y estudios, o bien su conducta guerrera, como acontece con el íntimo O’leary, O’Connor, Robertson, Devereaux, Peru de Lacroix, Boussingault, Mac Gregor, el infaltable para muchos Henry Wilson (de quien por cierto se dijo, infundadamente, que “era un espía español” infiltrado, a la orden del Duque de San Carlos), Belford Wilson, Sandes, Miller, Ferguson, el héroe Rooke,  el  recio  Ferriar y tantos otros que dieron lustre a los salones bolivarianos con su prestancia, que en buena parte sustituyeron a los ayudantes del General caraqueño y que algunos inmolaron la vida al servicio patriota de ideales dispersos.   
            En conclusión, vistas estas exposiciones sobre el cariño compulsivo que Simón Bolívar sentía por todo lo inglés y en especial sobre la política y el poderío militar de ese imperio que domina el siglo XIX y parte del siglo XX, hecho a punta de vivezas y hasta de genocidios y donde ante tantos intervinientes  aquí señalados,
como la propia palabra de Bolívar, que de manera escrita plasman la realidad de lo planteado, no debemos sino reiterar nuestro punto de vista en el sentido que el Libertador por intereses propios o de aquel Estado un tanto artificial que creara, porque pronto fue disuelto, de acuerdo con la documentación que en síntesis se aporta se extralimitó sin medir consecuencias, como era natural en su persona, puesto que analizados uno a uno el substrato contenido y la pasión con que lo expone para buscar los resultados, dentro del espíritu que tiene dominante deja muy en claro el comportamiento personal frente a ese enorme imperio absorbente que de haber caído en sus fauces hoy practicaríamos el  apharteid dentro de un calvinismo a la manera anglicana y utilizáramos todos los sistemas que dicho imperio hizo uso en forma sibilina para con los subordinados. Que Dios nos ampare en estas cavilaciones que ahora se nos presentan. Por manera que, dejando a mis pacientes lectores para que piensen a las anchas o mejor mediten sobre lo expuesto de esta importante faceta del Libertador, para el buen desenlace de esta crónica afirmaremos una vez más que Bolívar amaba a los ingleses, pero supongo que nunca quiso nada con el británico doctor Jaime Thorne, que era el marido de su mujer Manuela.

sábado, 14 de enero de 2012

VENEZUELA Y COLOMBIA. COLOMBIA Y VENEZUELA.

Amigos invisibles. Acabo de regresar de un viaje largo por Colombia, donde dentro de las dificultades meteorológicas encontradas por el fenómeno pluvial de la  conocida y siniestra “Niña”, como parte de la ya casual extraña temporada con sus desastres hídricos y la carga de cierta destrucción material  y humana que se corre hasta Venezuela, sin embargo me ha sobrado tiempo para a través de un estudio sobre el terreno poder sacar a flote algunas conclusiones comparativas necesarias  y en referencia con dos países fronterizos que se complementan de la manera más amplia, ya que por encima de una identidad cultural expresiva, la fuerza telúrica de las razas mixtas que pueblan ambas naciones, la expresión del pensar con sus detalles y hasta de los credos religiosos, como también esa manera de ser suelta, innovadora, suspicaz y comprensiva de los dos pueblos hermanos, de manera sensata permiten ser optimistas sobre una solución a corto término en referencia a los asuntos pendientes, para dentro de la complejidad que se vislumbra y sobrepuestos los escollos podamos establecer una patria grande, es decir, guardando la estructura y los elementos en que se basa cada país, a través de contactos y acuerdos legales cada vez más estrechos, podamos ir adelante, fuera de los convenios internacionales que existen y esperando sucedan, en la creación de este entorno dinámico, dentro de la pluralidad que puede existir para el bien de ambas naciones y sus pueblos.
    Bueno es recordar que para la realización de la faena de unidad y alejados de presiones políticas, estos dos países bolivarianos con cerca de ochenta millones de habitantes poseen condiciones privilegiadas a favor de la subsistencia y el progreso, donde los dos océanos más importantes del mundo actual, y en especial el Pacífico, que concentra el poderío del recién comenzado siglo XXI, bañan las costas para el ejercicio de un comercio internacional, y que el interior de estos territorios se colma de riquezas de distinta índole,  tanto como para motorizar el desarrollo de sus regiones, dentro de un campo de competencia y calidad, donde ayuda una infraestructura eficiente, como el hecho de poseer carreteras, autopistas, puertos, aeropuertos y otros signos de progreso, para llevar a cabo los planes a que se debe destinar la acción a poner en práctica.
    De antemano debemos afirmar como premisa necesaria, que tanto Venezuela como Colombia, que durante una década del siglo XIX fueron un solo país, y como ya lo dijéramos, se complementan en un todo, por afirmar lo cierto la naturaleza les ha destinado a ser Colombia un país rico de vegetación y climas diversos, mientras que a Venezuela el Supremo Creador la ha dotado como para exhibir su fuentes industriales derivadas de una riqueza mineral sustentable y competitiva, de tal manera que lo que sobra en Colombia puede faltar en Venezuela, y lo que se extrae de las entrañas  de Venezuela, hace falta para cerrar un ciclo productivo en Colombia, de donde así se puede aplicar la fortuna una vez bien diseñados los propósitos y con tantas cartas bien jugadas, en los estratos campesinos agrícolas y ganaderos como los de manufactura, para esbozar algunos ejemplos que pueden ser palpables a simple vista. Si los políticos y quienes construyen el futuro de los países alejados de lo banal hubieran pensado en el mañana provisor, así como consideraron una pionera Comunidad Andina de Naciones que dio frutos en su momento pusieran empeño en la tarea de robustecer el centro comercial e industrial del eje colindante ubicado entre Cúcuta y San Antonio del Táchira, que en su momento fue la  más importante interconexión de negocios de este tipo existente en América Latina, con ese mismo tesón y en el bienestar de los pueblos fraternos es mucho lo que se puede hacer en este sentido previsivo.
    Vamos entonces por partes, de donde lo primero a  recordar es que hoy, de nación atrasada por su infraestructura vieja y los problemas internos como el narcotráfico y el terrorismo en lo cual se empeñan por desaparecer los gobiernos sensatos y sobre todo desde los períodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez y después con el de Juan Manuel Santos, por cierto “el mejor amigo” del Presidente Hugo Chávez Frías, según lo han corroborado ambos mandatarios en momentos oportunos, Colombia se ha transformado en un buen ejemplo industrial y de desarrollo a partir de diversas zonas del país que tienen cual epicentro de sus actos a polos tan activos como Bogotá, con siete millones de habitantes y centro turístico, empresarial, cultural e histórico de primera magnitud, que ahora alberga a una buena cantidad de venezolanos; Medellín, con tres y tantos millones de pobladores, de eterna primavera, capital mundial de las orquídeas y su diversificada producción competitiva; Cali con dos millones y pico de seres y más de diez grandes centros comerciales con diversos establecimientos internos e hipermercados contentivos de especialidades varias, y su enorme Valle del Cauca lleno de industrias, ciudades de pujanza, agricultura diversa, frutales en demasía como la zona norteña de los viñedos y lo empresarial vitivinícola, además del inmenso sembradío por cientos de kilómetros continuos de la muy dulce caña de azúcar, que muelen de día y de noche sin parar los 14 grandes ingenios de la zona (Manuelita, Río Pailas, Providencia, Incauca, Risaralda, etc.), ciudad que está llamada a ser capìtal del Pacífico, hacia donde ahora se construye una autopista para la exportación, porque dicho océano manejará el gran desarrollo mundial del siglo XXI. En este sentido sigue el eje Barranquilla, de poderoso desarrollo, Cartagena, atiborrada de turismo y la tranquila y también turística Santa Marta, ahora llena de edificios para acoger a tantos visitantes. Bucaramanga puede ser la quinta ciudad colombiana de importancia, llena de verdor y parques, con una excelente y diversificada universidad tecnológica, por cuyo resultado aparecen industrias diversas, como la del calzado y los cueros, que hoy son motivo de gran exportación. Y por este camino citadino o empresarial señalaremos igualmente  la zona de Urabá al noroeste del país, los cuatro departamentos productores del famoso café de exportación, la minera del Chocó, la de gemas preciosas con sus conocidas esmeraldas, únicas en el mundo, en Boyacá, a Barrancabermeja y su petróleo, actividad que por cierto ocupa buena parte de técnicos venezolanos meritócratas expulsados de sus ocupaciones en Venezuela y por cuya labor capacitada en los últimos cinco años Colombia ha llegado a duplicar su producción de petróleo, que hoy llega al millón de barriles diarios. Grandes zonas de producción agrícola (papas, granos, etc.) están en proceso  de ampliarse, como el caso de Boyacá y  valle de Sogamoso, donde existen fábricas metalúrgicas. Grandes extensiones de arroz se cultivan en los llanos colombianos, tal el caso de la pujante Villavicencio, como por causa de la guerra intestina para atacar los sediciosos alzados que para subsistir terminaron en brazos de la droga, el sur del país, verbigracia el Putumayo, el Caquetá y Vichada, cercanos a la frontera venezolana, y la enérgica Pasto, con la culta Popayán y la fronteriza Ipiales, andan en un trabajo activo que del marasmo anterior han sacado a esos lugares para colocarlos en sitio del empeño emprendedor, tal el caso igualmente del aumento impresionante en la producción ganadera, en muchos millones de cabezas, cerca de veinte, lo que demuestra en forma palpable, como la industria farmacéutica y de servicios, que Colombia está en un verdadero camino  hacia la exportación de sus productos (y ahora más con los Tratados de Libre Comercio firmados con potencias extranjeras), que es un ejemplo palpable que debemos tomar muy en cuenta para el posible desarrollo de la ahora insular Venezuela.
    Y en referencia con nuestro amado país vamos ahora al intento de establecer cierta comparación  por ahora asimétrica, con este único vecino que va en vías del gigantismo económico, porque las relaciones con Brasil son muy lentas dada la enorme selva amazónica que nos separa. Pues bien, debemos señalar que desde el tiempo presidencial del general Marcos Pérez Jiménez, por ser un dictador firme y serio de planes y proyectos, aunado a la posibilidad económica que se enfrenta, el país comienza a funcionar hacia delante, coadyuvado este empeño con la llegada de una buena inmigración europea, pujante y con muchos conocimientos, fuera de la facilidad que el gobierno otorgara para el proceso industrial, lo que dio pie a que Venezuela andase hacia adelante, mientras crecía la producción de petróleo como base fundamental del progreso, que dio paso de inmediato a la construcción de carreteras, autopistas, centros industriales, ampliación de puertos y aeropuertos, como el de Maiquetía, que acaso llegó a ser el primero en América Latina, industria manufacturera, siderúrgica, de aluminio, de alimentos, farmacéutica, construyéndose entonces puentes como el del lago de Maracaibo (de alta tecnología alemana), sobre el río Orinoco, la autopista de Caracas al puerto de La Guaira, que era una joya de la tecnología mundial del momento en cuanto al inmenso túnel de más de tres kilómetros de largo, donde trabajaron miles de inmigrantes italianos y españoles, y en los cercanos primeros puentes mundiales de concreto pretensado y no atirantados, que diseña y construyó la compañía francesa Campenon Bernard. Venezuela estaba entonces de fiesta en el progreso, mientras cada día desembarcaban miles de inmigrantes no analfabetos sino técnicos de conocimientos diversos, que en buena parte hicieron el país. La Universidad de Caracas, diseñada por un  alumno de Le Corbusier, era  digno ejemplo de esta construcción para el mundo, como el paseo de Los Próceres, al estilo de los jardines de Versalles, el Gran Salón del Círculo Militar, hecho todo en mármol, que podía albergar sentados por encima de cuatro mil personas, el dragado más profundo, hasta 15 metros en el lago de Maracaibo, para permitir el ingreso de grandes barcos cargadores de petróleo, la construcción de las inmensas refinerías de Punta Cardón y Judibana, entre las más grandes del mundo, incluso la de Abadán, hechas por socios comprometidos de Venezuela y no por simples compradores (y con descuento o ventas a futuro, con enormes pérdidas económicas, como ahora se realizan contratos), el desarrollo de la aviación comercial, con aparatos de primera clase, tal el caso de la Aeropostal y la Avensa, la flota mercante venezolana, y más tarde, cuando ya se posesiona la democracia por cuarenta años en el gobierno, entra de lleno una segunda etapa con la continuación de una política de construcciones de miles y miles de viviendas populares por todo el país, enormes edificios de hasta sesenta pisos, de nuevas carreteras y autopistas, la construcción de nuevas empresas del Complejo Siderúrgico del Orinoco, donde se establecen muchas industrias extranjeras y se edifica la ciudad más moderna de Venezuela, que es Puerto Ordaz, al tanto que se eleva la inmensa estructura de la represa hidroeléctrica de Gurí, sobre el río Caroní, en su momento la más moderna y amplia del mundo, por encima de la de Assuan y la de Itaipú. En esos tiempos dinámicos corría el dinero en los bolsillos de los venezolanos, con una moneda comparativa en su firmeza a la Libra Esterlina, cuando todavía a finales de los años setenta un bolívar equivalía a 16 pesos colombianos, y que ahora un bolívar equivale a 0,22 pesos colombianos, lo que demuestra la pobreza a que hemos llegado. Pero dentro de la bonanza acostumbrada una política de consumismo loco, derrochador por demás a partir del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, concretamente desde 1979, en que se construía y malgastaba compulsivamente el erario público, sin prever consecuencias, desemboca en un trágico final cuando en febrero de 1983 el Gobierno Nacional ante las variables pendientes por el desastre fiscal devalúa la firme moneda venezolana, que en picada comienza a caer al extremo que hoy en día, 28 años después, ha sido indetenible este proceso, acelerado aún por la política populista y manirrota del Gobierno Nacional que en su descarada actitud de ganar voluntades a punta de billetes verdes, dentro y fuera del país, no ha escatimado esfuerzos en regalar la moneda o negociarla con el primer postor, con los fines de la permanencia indefinida en el poder de quienes detentan por sí o a través de otros, el mando, porque dentro de un  sistema fascistoide creado por el argentino Ceresole y luego bajo la entrega que de la economía se ha hecho primero a los cubanos de Fidel Castro, que ahora la cosa comienza a cambiar con Raúl Castro, y los mantenidos internacionales como Evo Morales y Daniel Ortega, fuera de la inmensa cantidad de dinero que se reparte al extranjero a manos llenas, como en el caso de los petrodólares y de los servicios de inteligencia y difusión del llamado e incomprensible “socialismo del siglo XXI”, que compra conciencias, del desbarate centralista de las finanzas nacionales en un país que casi todo lo importa y sobre todo en la comida, porque nada se produce en lo interior, dentro de ese gran derroche y mientras el pueblo sufre de carencias porque a nivel nacional falta o desaparece la leche (se deja podrir en los containers que la traen), o el azúcar, o el aceite, o la carne, o los pollos importados, o las medicinas, o el queso, y muchas cosas se racionan por la escasez, en un ataque permanente a lo poco industrial y de la propiedad que no se ha nacionalizado, expropiándolo sin compensación, como ordena la ley, todos esos defectos sobresalientes traen como consecuencia que muy poco se importa por la escasez de divisas y que el juego de la corrupción por el soborno es impresionante, donde se carga hasta un 300% a los precios verdaderos y sin que el gobierno haga nada, dentro de ese centralismo alcahuete reinante y con un Presidente que según conocedores se tambalea por el cáncer que lo carcome. Ya se dice que se está al pie de una nueva devaluación monetaria, con el enriquecimiento de tantos del apparatchik que meten sus manos en todo para engrosar la cornucopia a la callada, mientras se especula en los grandes mercados que el bolívar ya es la décima cuarta parte de un dólar americano. ¡Imagínense esto!. Y todo lo que nos debe ese filtro que es Cuba.
Y todo lo que nos debe Argentina con los famosos bonos basura y el maletín de Antonini, que es mucho decir.  Y el oro traído del depósito tenido en Inglaterra, que seguramente caerá en las mafias chinas, como garantía de los miles de millones de dólares que le debemos. Porque en este piano  tocado a cuatro manos estamos perdidos. Hasta que Dios aguante.
    Y volviendo al tema inicial ojalá que el gobierno de Venezuela se de cuenta que con las elecciones encima no debe jugar tragando candela, o con la fábula de la cigarra y la hormiga, para convenir en un arreglo, que por encima de los odios viscerales traídos desde cualquier infancia llanera llena de miseria,  el superman se compadezca del pueblo que va a votar y que esta vez no es manejable mediante máquinas electorales smarmatic, con importados quilos de arroz baratos o con promesas de sal y agua, porque la vindicta pública es implacable. Ojalá se recapacite y abra de nuevo el próspero comercio intrazonal con Colombia, para el beneficio de 80 millones de habitantes hermanos (“yo los amo”, ha dicho mucho el Presidente), con que se evite revirtiendo las próximas consecuencias electorales.                                                    ramonurdaneta30@hotmail.com.