sábado, 26 de noviembre de 2011

EL MERCADO CULTURAL DEL CARIBE.

Amigos invisibles. Porque en estos últimos blogs hemos hablado de muertos y desaparecidos sin tomar en cuenta a la música y las expresiones artísticas tan comunes en nuestra América tropical, ahora toca esta retreta a dignificar lo sustancial que hay dentro de nosotros, ya que la música es expresión del alma que llevamos por dentro y por ello entraremos de lleno en tal campo si se quiere místico, arrebolado por muchas expresiones sentimentales venidas de fuera que se iban consustanciando con lo natural existente para así construir un sentimiento unánime como expresión de cultura e identidad, que con rasgos propios nos promueven y han llevado a la cima una síntesis del amplio espectro que cala hasta apartados rincones de la tierra, como síntesis híbrida de sentimientos indígenas, hispanos y otros europeos, fuera del enorme aporte africano que ha sabido moldear esos sentimientos de suyo triunfantes en los grandes escenarios del mundo.
Para mejor trazar una suerte de mapa del cuerpo antillano a que hacemos referencia comenzaremos por ampliar el espectro, porque si de cultura se refiere la proyección caribeña que hoy existe en los Estados Unidos es avasallante al extremo que podemos señalar a una amplia zona centrifugada por Nueva York, Atlanta Washington y algunas zonas de la Florida, como la extensión de Miami, que conllevan pegadas el alma latina por una parte de sus habitantes primarios, como de las generaciones que les suceden. Pero atendiéndonos al bendito mapa geográfico y por decirlo así, el área cultural caribeña  está circunscrita desde las islas Bahamas hacia abajo, para ocupar el golfo de México, la costa atlántica de Centroamérica, como las de Colombia y Venezuela, para adentrarnos luego en las islas antillanas, que para este examen caen bajo la influencia cultural española, desde luego, y después de la inglesa, para continuar con la francesa, holandesa y algunos pequeños restos de daneses y hasta suecos que se avecindaron por acá, para conformar un gran mercado que es puntero en el mundo de la magia mediática y de sus acompañantes.

Como quiera que en este trabajo no puedo referirme, por ejemplo a la cultura intelectual, y ustedes ya comprenderán por qué lado me reflejo, porque sería obra larga y tendida imposible de aquí caber, seguiré con mi exposición para expresar, por ejemplo, que la única isla de cierta cabida dependiente de tierra firme que hay en este contorno de millones de kilómetros cuadrados de extensión, es la isla de Margarita, que formando un estado independiente dentro de Venezuela se va acercando al medio millón de habitantes y es uno de los polos turísticos del país, pero cuya cultura, salvo alguna música típica como el polo y el galerón margariteños, tienen fuerte influencia desde luego de la tierra firme venezolana. Eso se aplica igualmente al rosario de islas o archipiélagos que ondean el pabellón patrio de los tres colores, dentro de ese contexto insular. Mas explicado este caso singular vamos ahora a referirnos a las islas anglófonas que abundan en el Caribe, tomadas a la fuerza por el imperio inglés en su lucha con España, ya que dicho imperio estaba interesado en las ricas minas de la Tierra Firme, como las de Nueva España (México) y el Perú, de donde aprovechando de la piratería poco a poco se fueron infiltrando y el amasijo de gentes que allí coloca, entre las que se cuentan, desde luego, el asentamiento de la esclavitud africana, que hoy guarda un buen porcentaje en al sangre de estos insulares, y que han sabido mezclar la música de origen inglés, con el ardiente son africano, principalmente en la más grande que es Jamaica, de donde han resultado grandes músicos como Bob Marley (inicialmente salido del mundo hippie, del rock y blues sureños americanos), miembro del grupo rastafan, que son como un reflejo de cierta cultura autóctona que le da vuelta al orbe, sobre todo imponiendo el reggaeton. Sobre esta base original  podemos contar con otras islas originalmente anglófonas, que cambiaron de manos con Francia, por ejemplo, para volver a Inglaterra mediante acuerdos o tratados alusivos, y donde en el repartimiento anglosajón algunas, como las islas Vírgenes, de ascendencia danesa luego pasaron algunas a poder americano. conservándose otras en manos inglesas, como el caso de Barbados, (que ahora tiene una magnífica cantante de pop y reggaeton llamada Rihanna) con más de cuatro siglos bajo el mando directo o indirecto británico, porque en la extensa isla de Trinidad, que antes en tiempos españoles formaba parte de la Gobernación de Venezuela, desde 1797 fue sometida por el poder colonial inglés, teniendo cierta cultura anglo africana y caribeña de bajo perfil pero con una música de calipso autóctono trepidante que nada tiene que ver con la de enfrente venezolana.
Si a ver vamos en el camino emprendido la cultura caribeña, para así llamarla en lo que toca al aspecto artístico musical, que tratamos apenas en el presente trabajo, no se circunscribe a este territorio marítimo que ocupa millones de kilómetros cuadrados, sino que se amplía con sus habitantes que han emigrado a otras latitudes y allí mantienen fervorosos el proceso de su ser como ente intelectual, porque mantienen lo genético por dentro, el calor del Caribe, y hasta siguen desarrollando esa cultura en aquellos territorios, principalmente en los Estados Unidos, donde vive latente el sabor antillano en comunidades extensas de Nueva York, verbigracia El Bronx, y otros estados establecidos en la zona Este y hacia el Sur rumbo a Florida y el Golfo de México, con algunas variaciones desde luego, para seguir latiendo por la costa atlántica de Centroamérica, de Colombia y Venezuela. De estos territorios donde se respira más ese sentimiento Caribe podemos encontrarlo por el Veracruz mexicano, tierra inmortal de la sensual Toña La Negra y del supremo compositor Agustín Lara, tan ligados como digo al Caribe, Panamá (Rubén y Roberto Blades) y Venezuela, que pareciera formar parte directa e insular del Caribe por el sentimiento y hasta por el hablar, recordando en este instante a artistas conocidos como el maestro Billo Frómeta y los cantantes Oscar de León, José Luis Rodríguez, Felipe Pirela, Ricardo Montaner y Franco de Vita, debiéndose recordar además que Venezuela tiene un Estado autónomo formando parte de la república denominado Nueva Esparta, o isla de Margarita, hoy en día de fuerte industria turística y con cerca de medio millón de habitantes, cuyos galerones y polos musicales mantienen el sentimiento caluroso del Caribe.
Para ir refiriéndonos a este inmenso bagaje cultural, porque la música siempre une, debemos comenzar expresando que este complejo a que me refiero se halla dividido en varios mundos que abarcan el sentir latino con sus desinencias, el sentir europeo, porque en esas islas se establecen colonizadores de origen inglés y francés, principalmente para de esta manera formar algo nuevo con la mixtura que se establece, y ciertas pequeñas reminiscencias de otras culturas que incluyen nuevas formas expresivas, como el holandés, el danés y algo del sueco, todo lo que comienza a dar colorido a estos territorios desde cuando se establecen los piratas en su seno, por cuanto los españoles entonces andaban más interesados  en explotar el continente americano por sus riquezas descubiertas, como en Nueva España (México) y el Perú, manteniendo por ello abandonadas muchas islas que los países mencionados aprovecharon para su establecimiento. Y a fin de ir circunscribiendo la cultura musical, que es lo de más fuerte atracción en tales islas debemos comenzar por las anglófonas y sus derivados linguísticos, que conforman nuevas formas de expresión  y de sentimientos, que se desprenden desde las  islas Bahamas para pasar por Jamaica, una de las grandes islas caribeñas y tierra de conocidos compositores y músicos como Bob Marley, miembro connotado del que impone con sus discos en el mundo el reggaeton, de influencia moderna aparecido en los tiempos hippies del rock y de la droga alucinante. De esta isla pasaremos a Barbados, cuya población es mulata ya que cuando llegaron los ingleses no existía ningún indígena y que en 400 años de coloniaje británico han podido asumir una cultura particular donde ahora destaca con soltura la sensual cantante, bailarina y compositora del mundo pop Rihanna. En la continuación de este paneo artístico pasaremos ahora a la isla de Trinidad, que perteneció a la Gobernación de Venezuela hasta 1797, cuando fue invadida por los ingleses expedicionarios, para no salir más, y por cuyo motivo fomentaron una nueva aproximación con habitantes de diversos continentes y aplicando el sistema del apharteid pero con preferencia que en la diversidad producen el famoso calipso, ejecutado sobre todo en tiempos de carnaval y que es  fuente importante de divisas turísticas. Además de estos territorios insulares existen otras bajo el dominio discreto anglosajón, con algo parecido en su cultura, mientras se especializan algunas en los llamados paraísos fiscales financieros (Caimán), y otras en el solaz y la belleza para distraer a clientes multimillonarios (Mustique).
Ahora toca continuar con la isla de Haití, cuyo nombre es el original taíno, pero que ahora se divide en dos naciones, al occidente situada la república de Haití, y al oriente la república Dominicana, y cuyas relaciones por cuestiones raciales han sido muy tensas. Sucede entonces que por causa de tratados que se firman antes de los tiempos napoleónicos tocó la parte occidental a Francia, donde establece la más grande factoría de azúcar del mundo, por lo que inunda de africanos laborales dicho territorio, quienes al posesionarse de ese país lo llevan a la ruina, porque talan todos sus árboles para la combustión casera, y luego invaden a Santo Domingo para establecerse por 25 años y cambiar con melanina la faz de aquel país hispano. Sin embargo, como para esos tiempos ya el sentimiento musical se siente con aspectos donde reina el tambor africano, si bien en Haití por la pobreza no despunta sino el vudú y otros signos religiosos de origen africano, al contrario en Santo Domingo sí despunta con prontitud el alma popular del canto, del baile y la composición, teniendo como signo evidente de este progreso el ya implantado a nivel mundial y  electrizante merengue dominicano. En la actualidad los grandes estadios y salas de fiestas del mundo se colman de público para escuchar a artistas de la calidad de Juan Luis Guerra y su bachata, Fernando Villalona, Wilfrido Vargas, Johnny Ventura, Porfirio Jiménez y tantos más que se destacan en ese país atacado por la enfermedad de la música y el baile.
En la continuación del recorrido nos referiremos en este aparte a Puerto Rico, llamada la isla del encanto y cuarta en tamaño de las islas caribes, diferentes a la demás porque ha sabido conservar un sabor colonial español que la distingue y una música que se imprime de la balada antigua con el sabor moderno tan bien llevado por sus hijos. Puerto Rico ha sufrido de una gran emigración hacia los Estados Unidos, por aquello de que es Estado Libre Asociado con el imperio gringo y ello la favorece en cuanto al trabajo, la educación y la ausencia de impuestos, que le permite incluso mantenerse como Estado Asociado. Su música es suave, tropical, llena también de encanto, con grandes compositores y músicos de fama internacional que sabido copar la audiencia dejada por Cuba en este sentido, todavía viviendo en los años cincuenta del pasado siglo por obra y gracia del torpe y miope gobierno que preside la isla. Por ello vamos a comenzar la lista con el inmortal Rafael Hernández compositor de muchas canciones como Tú no comprendes, Capullito de alelí y Campanitas de cristal, que son un hito dentro de la música antillana, para seguir y dentro de otro estilo con otros inmortales, como Héctor Lavoe, Ismael Miranda, la India, Cheo Feliciano y José Feliciano, Boby Capó, Chucho Avellanet, Tito  Rodríguez, la Sonora Ponceña, el Gran Combo de Puerto Rico, el grupo Fania, y los que están de moda Jennifer López y Marc Anthony, que aunque nacidos en Nueva York y bilingües son parte de la cultura puertorriqueña. A esto debemos agregar algunas bailarinas que hicieron estremecer el pensar masculino, como Mapita Cortés e Iris Chacón, “la bomba de Puerto Rico”.
Fuera de otras islas que se expresan con dialectos y otros lenguajes locales, tal el caso de las islas de Curazao, Aruba y Bonaire, vamos ahora a referirnos a la gran isla de Cuba, con más de mil kilómetros de largo y que por más de 50 años anda en poder del castrocomunismo, lo que le ha impedido desarrollarse con entera libertad, como en el caso de la cultura musical, cuyos habitantes de ancestro llevan prendido en el alma este concepto con mucha honra y que sufren por ello. Antes de 1958 las mejores orquestas, los mejores músicos, las mejores bailarinas, la mejor y primera estación de televisión en el Caribe, la inigualable CMQ, las mejores salas de fiesta, como los grandes casinos, la inmejorable vida nocturna, los incomparables shows de artistas de todo tipo, los restaurantes marineros rociados con el “mojito” y el Cuba Libre (¡Qué contrasentido¡) en La Bodeguita del Medio, se encontraban en Cuba, y excuse usted lo que parece ser un exceso porque en mis veinte y tantos años allá yo lo viví, pudiendo dar cuenta de ello (además de que tres veces visité la isla en época posterior), y quién no se acuerda por tanto de los rutilantes cabarets Tropicana, Montmartre o Sans Souci, y las mujeres cienfueguinas que los colmaban, como María Antonieta Pons, la asimilada Tongolele, Ninón Sevilla, Amalia Aguilar, Blanquita Amaro, la espigada Rosa Carmina, mientras en México, Caracas y La Habana descollaban orquestas cubanas a la altura de la Sonora Matancera, Aragón, Lecuona, Casino de la Playa, y la que impuso el mambo con Pérez Prado en la batuta. Para completar este cuadro de luminarias que se fueron sin reponerse, salvo con baladistas que aún componen viejas canciones al estilo de congas, guarachas y boleros, por orden censurable del gobierno, debemos en este recuento apretado recordar también voces cubanas que no desaparecen como las de Olga Guillot, Miguelito Valdés, Rolando Laserie, Barbarito Diez, Benny Moré y la sin igual por todos los conceptos Celia Cruz, artista inigualable  que fuera de cualquier distancia es la más completa de Cuba, por su voz, su “savoir faire”, su meneo permanente, su bulla en el escenario y tantas cualidades que tuvo suficientes para no morir, aunque aún el cavernícola régimen actual la mantiene prohibida por el hecho de haber sido opositora de quienes arrasaron con bello su país. Y pensar que toda esta salsa llevada en las venas por los cubanos sortarios de afuera y los que sufren mediatizados adentro se debe a esa profusión de razas entremezcladas con indio, africano ancestral y español, lo que a lo largo de 400 años dieron templanza a ese pueblo que ha sabido sufrir de su miseria impuesta pero que canta y cantará por siempre porque el gorgueo de las cuerdas vocales y el cimbreo de su esbeltez femenina corporal, les sale desde muy dentro, o sea del corazón.

ramonurdaneta30@hotmail.com

sábado, 19 de noviembre de 2011

LA GUERRA A MUERTE QUE DESATA BOLÍVAR.

Amigos invisibles. Para comenzar debo decir que la peor desgracia a ocurrir dentro de una sociedad estable es el desarrollo de una situación de guerra, porque trae muerte, desolación miseria y hasta odio desatado, donde no se miden fronteras. Y eso ocurrió precisamente en Venezuela durante la Guerra de Independencia (1810-1823), mientras se exacerbaron pasiones y corrió la sangre por montón, sin ningún miramiento ni  clase. En esto no debemos ufanarnos, porque asesinar a sangre fría, de una forma primitiva, no tiene razón de ser, y desgraciadamente el libertador Simón Bolívar cayó en esa trampa de espiral, que en la contienda llamada de Independencia ya venía aplicándose por el bando opuesto, el institucionalizado, el oficial, mientras que los revoltosos insurgentes y republicanos, transgresores de la ley establecida, mientras no ocurriese lo contrario eran castigados con todo el peso de la misma, por lógica razón, de donde al sublevarse la masa patriota los detentadores de la justicia aplicaban esos principios que sostenían el orden legal con rigor y hasta extralimitación, viéndose por ello aparecer en el horizonte de la inicial batalla hechos por demás censurables, aunque la guerra se abstiene de contemplaciones mientras no haya estallado la paz, y de aquí que aparecieran oficiales españoles o al servicio de ellos que inicialmente aplican penas de muerte de una manera absurda, salvaje, lo que tiene repercusión inmediata en el adversario campo patriota.
En esas andanzas del conflicto en marcha algunos oficiales monárquicos como Zuazola, Rosete, Cervériz, Martínez, Puig y otros desalmados, esparcen el terror asesinando republicanos, noticias que al llegar a manos de los guerrilleros revolucionarios, para así determinar a estos insurgentes o rebeldes, enervan de pasión revanchista a los alzados y por ende muchos resuelven aplicar la antigua ley del talión, forma primitiva que hace más salvaje a la guerra en combustión. Así las cosas, con esta amenaza permanente los patriotas el año 1813 reemprenden actividades subversivas desde la costa colombiana, lo que luego se da en llamar entre historiadores la Campaña Admirable, siempre con el peligro de utilizar esas vías salvajes de la parte monárquica, aunque gracias a que el Jefe español era el educado oficial Ramón Correa los desmanes no se presentan de inmediato, y más bien sólo ocurren en cuanto al coronel y doctor Antonio Nicolás Briceño, venezolano, quien por obra de lo que presencia y conoce en poco tiempo, de la prudencia de su actuación se transforma en un carnicero, al extremo que en San Cristóbal de Venezuela decapita a dos ancianos españoles y con la sangre de ellos escribe sendas cartas al libertador Bolívar y al coronel Castillo, acto tan bochornoso y horripilante que de inmediato desaprueban ambos patriotas, con la reprimenda respectiva, lo que obliga a lanzarse al llano a este coronel Briceño con sus huestes de muerte, mientras el conocido y valeroso Ñaña o José Yánez lo persigue de cerca y en emboscada pronta le apresa con los suyos, remitiéndolo a Barinas, para iniciarle un Consejo de Guerra. A todas estas con los meses que lleva en la pelea Bolívar se hace duro, irreflexivo, y a medida que avanza hacia Trujillo su cabeza da vueltas porque el ejército deserta, la comida escasea y hay que poner orden en la anarquía, lo que no le deja dormir, al extremo que ya a su paso por la serrana Mérida, en el clímax del problema su respuesta mental no le produce sino odio, como lo escribe, “odio a los españoles”(“nuestro odio será implacable y la guerra será a muerte”). Y mire que al llegar a Trujillo, de donde es oriundo el mencionado Briceño, conoce que el Jefe Antonio Tíscar Pedroza y los otros del Consejo de Guerra han fusilado al detenido oficial, pues previo a ciertos maltratos y desafueros lo pasan por las armas y sus manos son cortadas para enviarlas a sitios donde su venganza enfermiza ocasionó la muerte de algunos españoles. Esto para Bolívar al saberlo colma de rabia sus sentimientos, y en un arranque que nunca se pensó salir de él, a las 5 de la mañana del 15 de junio de 1813 mediante pregón y tambor batiente rubrica la famosa proclama o Decreto de Guerra a Muerte, que en dos platos y sin salida alguna expresa para la eternidad Histórica “Españoles y canarios: contad con la muerte….”. Y sigue con otras explicaciones espantosas, que fueron llevadas de inmediato y a través de correos militares a todos los establecimientos patriotas existentes en Venezuela.
Ahora bien, que este documento, el más atroz salido de la pluma de Bolívar, lo haya firmado su secretario Pedro Briceño Méndez, o que la guerra a muerte se hubiera continuado como venía haciéndose contra personas culpables pero sin ese justificativo oficial, no tenía nada de extraño, pero que nada menos Simón Bolívar, ya revestido con el título de Libertador, hubiera rubricado semejante barbaridad, igualándose a lo más rastrero del otro bando, y en contradicción expresa de la famosa “gloria”, que cuidó siempre a lo largo de su ruidosa vida, es por demás inexplicable, como acto obsceno de poder, y que por tanto ha sido criticado a todos los niveles entre prestigiosos historiadores conocedores de estos temas delicados. Así, mientras Rufino Blanco Bombona asienta que Bolívar “realizó la independencia de Venezuela contra el querer de las mayorías”, por ser guerra impopular, con el terror y la brutalidad premeditada ahonda la zanja establecida ante los realistas, haciendo caso omiso del indulto ofrecido días antes por el coronel Atanasio Girardot, con una fría grandeza que pasma (José Gutiérrez añade) y en el “horror necesario” a que alude Luís Eduardo Nieto Caballero sobre el documento más polémico de su carrera, que en cerca de ocho años de refriegas acaba con 250.000 víctimas, en un país casi deshabitado, guerra comparable al periodo del Terror de la revolución francesa (agrega Juan Vicente González), degollina que acaba en torneo caballeresco o “conflagración troyana” (Eduardo Blanco y Tomás Straka), o instrumento con el que Bolívar apoyado en la suma dureza condena al exterminio u holocausto a tantos infelices, por el simple pecado de disentir, sin mediar alguna excusa y por el hecho de ser españoles o canarios. Para un simple recordar, horas después de esta proclama en Carache de Trujillo fueron exterminados todos los españoles y canarios hechos presos en el combate cercano de Agua de Obispos.
        A fin de ahondar en cuantos han escrito sobre la Guerra a Muerte, diremos que el italiano César Cantú afirma que la posteridad pedirá cuenta de estas atrocidades a Bolívar. Juan Vicente González escribe que esa proclama  creó a la república millares de enemigos, pues en dos años hizo bajar al sepulcro a 60.000 venezolanos, formó al temible Boves (José Tomás) y fue causa de los desastres en las sangrientas batallas de Urica y La Puerta. Vicente Tejera menciona que el Decreto (o proclama) castiga con el último suplicio a los inocentes, con la reprobación más absoluta de la Historia, mientras que José Gil Fortoul asienta en profundidad que dicha proclama es el despecho de haber sido derrotado Bolívar en 1812 y la necesidad de desquitarse a toda costa de tal Inri. Con esta teoría del buen salvaje Bolívar se acerca para responder por crímenes contra los derechos humanos y tan grandes como el hoy genocidio y hasta el holocausto, porque sería vapuleado en el recuerdo hacia la eternidad de sus hechos, en esta guerra sin fronteras llena de horror que se mantendría por un período de siete muy largos años. El hermano del sacrificado Antonio Ricaurte, o sea Joaquín Ricaurte Torrijos, al Congreso de Nueva Granada expresa que el bárbaro e impolítico proyecto aplicado llenó a los pueblos y provincias de enemigos, “convirtiéndolos así en enemigos nuestros”. De esta forma Bolívar se vuelve otro y para siempre, su rostro le ha cambiado, es prisionero de sí mismo, lo envuelve una nube impenetrable y mortecina que no lo deja dormir, acaba con el Derecho de Gentes y regresa a la socorrida jurásica ley del talión, de las represalias inauditas, de la venganza rastrera, cuando afirma “la justicia exige la vindicta y la necesidad nos obliga a tomarla”. Insensible en ello, se iguala con grandes criminales de la Historia y sanguinarios como Zuazola, experto en cortar orejas patriotas, Antoñanzas, borracho y desollador, el blasfemo y monstruo tabernero degollador que en la frente con hierro marca al rojo vivo a los patriotas, Rosete, el ladronazo, torturador, flagelador y carnicero, el Cervériz ignorante, cobarde y asesino con látigo, Martínez el inhumano, el bestial catalán Puig, y hasta el mismo racista antihéroe Boves, que en la rueda de la fortuna  compensatoria de la Historia está por aparecer.
                                      Y sin arredrase en tal intento el caraqueño supone y por traición a la patria las degollinas y los fusilamientos, después de la batalla de Taguanes (31-7-1813), donde pasa por las armas a toda la oficialidad realista que se entrega, y poco después, el 21 de septiembre juega a lo mismo haciendo ejecutar a 69 españoles y canarios, sin fórmula de juicio, “espantosa carnicería” como la tilda Rodrigo Llano Isaza. Así más tarde dichos asesinatos múltiples los repetirá el año 1815, con españoles avecindados en Bogotá, y de allí sigue para Cartagena enfurecido, donde también actuará de una manera cruel y por ende censurable. Lo mismo hará en venganza con la población colombiana del irreductible Pasto, como el doctor José Rafael Sañudo bien lo detalla, o cuando en el río venezolano Araure ordena fusilar a doce inocentes soldados, que suplican por su vida, o como en octubre de 1824 en el trágico Perú dispone descuartizar a tres soldados colombianos, o cuando expresa al Congreso de Nueva Granada que desde Tinaquillo hasta Caracas  y durante su paso por nueve ciudades, que detalla, “todos los españoles y canarios, casi sin excepción, han sido pasados por las armas”, de donde sacadas cuentas por estudiosos del tema cerca de 1.600 realistas prisioneros entonces fueron inmolados.  Gil Fortoul, el argentino Bartolomé Mitre y el italiano Cantú están entre quienes critican y deploran esos rasgos extremos de Bolívar. ¡Que Dios se haya apiadado de todos ellos¡.
Y como la guerra a muerte sigue en ascenso, sin inmutarse Bolívar para nada, en cuanto a él concierne desde luego, vamos ahora a referirnos sobre ciertos episodios concomitantes de esta masacre, que evidencian no solo el odio cada vez más creciente que se respira entre las fuerzas opositoras, sino a la frialdad excesiva con que se cometieron tales desmanes que nunca pueden olvidarse, desde su inicio hasta su ejecución, y con los autores consagrados, argumentando para ello, en el campo patriota la “falta de tropas” necesarias para el cuido de los prisioneros, lo que dio en este caso rienda suelta a la barbarie que se acredita históricamente.  Así el propio Bolívar el 8 de febrero de 1814, “como medida de precaución” desde Valencia ordena al pariente Leandro Palacios pasar por las armas a todos los españoles y canarios, heridos o sanos, que se hallaban presos en La Guaira, “sin excepción alguna”, matanzas por degüello, a machete y decapitados  llevadas a cabo en filas engrilladas de a dos en los sitios porteños  El Cantón y El Cardonal, desde el siguiente día 12 y por tres jornadas consecutivas bañadas de sangre.  Con el mismo ritmo sádico ejecutorio, Bolívar también ordena al oriental Juan Bautista Arismendi  que extermine en Caracas a todos los detenidos por la guerra, orden  que ejecuta a pie juntillas sin perder detalle y durantes tres días de matanzas, que ascendió a la suma de 866 mártires, muchos de ellos inocentes. “Hoy se han decapitado los españoles y canarios  que estaban enfermos en el hospital, último resto de los comprendidos  en la orden de Su Excelencia”, fue la respuesta cínica que de ello tuvo en sus manos el libertador Bolívar, mientras en Valencia hacía lo mismo el caraqueño, con entera frialdad, “atendidos personalmente por el Libertador”, los días 14, 15 y 16 de ese igual febrero, lo que sumó por su orden 382 asesinatos, según cuenta Pablo Eduardo Victoria. ¡Que lo juzgue la Historia imparcial¡   
Como un antes y después a esta respuesta sangrienta que se tiene, voy a enumerar de lo que conozco la sucesión de algunos hechos inverosímiles que trajeron como consecuencia la desgracia familiar y la ruina del país, entendiendo como tal la concepción colombiana de Simón Bolívar. 1) 19 de junio de 1813: por la guerra a muerte ya decretada, que se acabará apenas en 1820 mediante los tratados firmados y en el mismo sitio de su origen, o sea en Trujillo, se ordena ejecutar a los españoles y canarios apresados en la acción de Agua de Obispos; 2) Agosto de 1819 luego de la batalla de Boyacá ante la duda pendiente sobre siete españoles apresados, Bolívar ordena al Alcalde José Acevedo “que se fusilen a los españoles”; 3) 27 de agosto del mismo 19: el gobernador de El Socorro pregunta al Libertador sobre el destino de unos pacíficos realistas españoles detenidos, y su respuesta fue “puede matar hasta seis”; 4) 9 de abril de 1822, cuando ya no estaba vigente el Decreto de Guerra a Muerte, Bolívar escribe al general Bartolomé Salón “Trate usted al pueblo de Quito muy bien, pero al que caiga en alguna culpa, fusílelo usted. La orden del día es terror”; 5) 25 de enero de 1823: Su Excelencia dispone fusilar a todos los pastusos (sur de Colombia) reclutados que se fugaron de Balsapampa, “y a todos los que los acompañaban”;6) Bartolomé Salón por mandato de Bolívar ordena a José de la Cruz Paredes escoger a 14 jóvenes pastusos y que atados de a dos por las espaldas los arroje al hondo precipicio del río Guáitara, quizás acaso para sembrar terror; 7) mayo de 1823: fusilamiento de desertores que iban rumbo a Guayaquil, por orden de Bolívar, al secretario José Gabriel Pérez, “Su Excelencia autoriza a U.S. para que  haga fusilar sin forma de proceso a (…..) juzgados con el último rigor y prontitud”, “que los cogidos en Tumaco (Colombia), se fusilen en el acto…”; 8) Desde Zarzal (Valle) Bolívar dando rienda suelta a sus deseos indica a Juan Paz del Castillo sobre prisioneros retenidos, “deshágase Usía de ellos del modo que le sea conveniente y más expeditivo”; 9) 3 de febrero de 1824: el secretario de Bolívar José Domingo Espinal escribe a O’Connor que “Su Excelencia me manda (a los desertores) los ejecute en el acto”, lo que aplica el propio Bolívar a su oficial José Ugarte, pero la intervención urgente del mariscal Gutiérrez lo salva del cadalso, aunque el 18 de marzo siguiente aplica la misma fórmula letal, a los jefes de aduana fraudulentos; 10) 14 de mayo de 1824: Bolívar autoriza al coronel Egusquiza  “juzgar al cura de Chota (Ecuador) y fusilarle como a los demás rebeldes”; 11) Noviembre de 1824: como Dictador del Perú Bolívar ordena fusilar al capitán Manuel Bueno; 12) Enero de 1825: como es vox populi sobre argumentos bien fundados, es asesinado por segundas personas y en Lima el prócer Bernardo Monteagudo, desavenido seriamente con el caraqueño; 13) mayo de 1825: Su Excelencia escribe al prefecto de Arequipa (Perú), Pardo de Zela, “que a los cabecillas aprehendidos los fusilara,… cumplirá Ud. enviándolos a mejor vida”. 14) marzo de 1827: por rebelarse la guarnición de Valencia y ante el temor infundado  Bolívar escribe al general Rafael Urdaneta  “Yo he dado orden que fusilen a todos los rebeldes, y cuatro que han venido aquí (a Caracas), se fusilan hoy”. Y así en esta forma y estela fueron muchos más que pasaron a la otra vida, como el caso del fraile Pedro Corella y los recuerdos emblemáticos de Piar, Padilla, Córdova, Sánchez Carrión y tantos más que formaron parte de la gesta emancipadora.
No he querido ser trágico con este relato histórico, pero las circunstancias en que vivimos me han obligado escribir a la ligera un trabajo menos extenso de lo debido, para informar a los lectores sobre la guerra a muerte que por propia cuenta viviera en estos episodios sanguinarios el propio Libertador Simón Bolívar. Allá él con sus ideas, su trayectoria y la vindicta histórica, que de un tiempo para acá se empeña en descifrar esas ejecutorias. El hombre de carne y hueso es juzgado ahora con diafanidad y sin complacencias, porque muchos de estos sucesos los conocíamos aunque los mantuviéramos callados por razones subjetivas, mas ahora aquí los apuntamos no para dañar sino a través de los ejemplos palpables contribuir en algo hacia una mejor percepción de  nuestra verdadera Historia. Ojalá que conforme con su recto análisis Ud. esté de acuerdo conmigo.
                                                                     
 ramonurdaneta30.@hotmail.com  

sábado, 12 de noviembre de 2011

LA INDUSTRIA DEL PETRÓLEO EN VENEZUELA.

Amigos invisibles. Hoy voy a referirme de algo que es común en mi país, pero lo haré de una manera diáfana, sin términos técnicos para que este escrito pueda ser entendido por todos, de modo que así alcance un mayor conocimiento. Primeramente  debo mencionar que desde un inicio lo ahora llamado Venezuela fue un país agrícola y pecuario, donde a través del tiempo se producían elementos básicos como el trigo y el maíz, para después comerciar hacia el extranjero con un producto agrícola entre los mejores de todos que fue el cacao, luego el añil tintorero y desde el siglo XIX el café, de lo que llegó a ser el segundo exportador mundial a fines de la misma centuria, pero que decae enormemente cuando del campo se extrajo el elemento trabajador para fundar la industria del petróleo, en la segunda década del siglo XX. De otro lado la producción agropecuaria en los extensos llanos venezolanos fue un factor mercantil de alto rendimiento, llegando a tener algo cercano a los 15 millones de cabezas una década antes de comenzar el siglo XXI. Pero en lo que Venezuela es puntera y reconocida mundialmente corresponde al sector minero, que sea dicho despunta cuando se descubren las preciosas minas de oro y diamantes ubicadas en territorio guayanés, de lo cual el país fue un buen productor mundial y aún alcanza niveles de altura en los mercados que cotizan esos productos de lujo y ostentación..
Sin embargo bueno es ahora entrar en materia sobre la cuestión del petróleo y sus derivados, que desde antaño se envió un pequeño barril bituminoso extraído de un mene existente en la isla de Cubagua, al rey Carlos V de España, para el alivio de su molesta gota. Pero este mene existente en el país no se tomó en mayor cuenta por falta de un destino industrial,  y fue ya durante el siglo XIX cuando a raíz del uso del motor a explosión comenzó a tomarse en serio tal producto, de donde un emprendedor tachirense de apellido Pulido en su tierra nativa inició una pequeña producción artesanal con el nombre La Petrolia, antes de 1880. Pero como el mundo inventor comenzó a moverse investigando sobre la posible ubicación de este producto en diversos lugares del globo, algunos técnicos ingleses descubrieron que el lago de Maracaibo venezolano y su adyacencias, por la calidad de ciertos esquistos bituminosos encontrados, era un sitio de buen augurio para comenzar esta industria en el país, en lo que se unen los anglosajones con los holandeses y mediante la compañía transnacional llamada Shell. A ello debemos agregar que otra empresa americana y con fines distintos procedió a trabajar en la extracción de un mene asfáltico de calidad que encuentra muy comercial en el estado Sucre, al oriente territorial,  por lo que funda la “New York and Bermúdez Company”, de mucho éxito en ese sentido, al extremo que el primer asfalto que se extendió sobre las calles de Filadelfia, fue con ese producto venezolano.
Y como las cosas tienen que coincidir para llevarlas a mejor término, sucedió que para el tiempo de la Primera Guerra Mundial, donde la industria se da cuenta del gran valor o uso del petróleo, en esa Venezuela y por muchos años presidió el país a su manera rural un caudillo emanado de las últimas guerras intestinas, el general Juan Vicente Gómez, muy astuto por cierto, quien viendo en sus adentros aquello de importancia futura y aconsejado por conocedores del tema, no hizo objeción a que diversas compañías petroleras inglesas y americanas se establecieran en lugares adecuados, de donde en el correr de poco tiempo el lago de Maracaibo se hizo famoso en estos menesteres, por la buena exportación de petróleo que entonces existía y lo que cambió de un todo la estructura económica del país. Muchos extranjeros de lengua inglesa y origen antillano llegaron con ese fin e infinidad de los andinos cercanos también se establecieron para comenzar toda una industria productiva, que va acercándose a un siglo de diaria actividad. En los años que median entre 1918 y 1939, y cuando ya se inicia la Segunda Guerra Mundial, en que Venezuela llega a ser el segundo exportador mundial de petróleo, dicha industria se expande de una manera vertiginosa y no solo abarca toda la cuenca del lago de Maracaibo, que se llena de compañías de extracción, sino que se constituyen infinidad de compañías suplidoras de servicios, se cruza el fondo del lago de Maracaibo con gruesas tuberías, se construyen las primeras refinerías de petróleo ubicadas en el mismo lago, así como se establecen flotas de tanqueros petroleros que saliendo por la barra del mismo lago llevan el preciado líquido espeso,  llamado “estiércol del demonio” por algunos jóvenes políticos de izquierda que ya estiman la importancia de lo que se exporta, y que en fin ha sido la sustancia permanente que da vida al desarrollo de Venezuela desde que dicho aceite apareció en la escena como el eje fundamental.

A la muerte de ese patriarca rural y duro zorro visionario que fue el general Gómez, en los diez años siguientes que corren en el destino del país se consolida la industria que no ha tenido mayores reparos en cuanto a su actuación en el campo de la competencia regional, lo que ahora sí discuten jóvenes políticos que incursionan y machacan el tema como Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Gustavo Machado, Juan Pablo Pérez Alfonso, Salvador de la Plaza y otros más que perciben el futuro promisorio sobre la base de un buen rendimiento fiscal de este producto de extracción, que por cierto fue fundamental para el triunfo de los aliados en la guerra, pues su industria bélica aérea, naval y terrestre se movió en gran parte con el petróleo venezolano. Además en estos diez años de interregno se abren otras refinerías para procesar el petróleo venezolano, como en Curazao, Aruba y aún en los Estados Unidos, fuera de instalarse toda la maquinaria concerniente a su venta en el nivel mundial, y además expandido el trabajo se comienza a producir petróleo en nuevos campos ubicados en los llanos y el oriente de Venezuela. Es en el período presidencial del general Isaías Medina Angarita cuando el asunto petrolero dará un vuelco radical, tiempo en que este  funcionario asesorado por su ministro Arturo Uslar Pietri, autor de un famoso escrito intitulado “Sembrar el petróleo”, y otros especialistas, aumenta el rendimiento fiscal aplicando nuevos precios impositivos a las regalías y concesiones petroleras, como también para eliminar posibles violencias de nueva factura en la materia que alejen a los inversionistas, establece el sistema del fifty-fifty impositivo, con lo que tranquiliza a quienes aspiran sacrificar a la gallina de los huevos de oro y sin querer entonces recordar lo que pasó con el caso violento de México y su petróleo.
Cuando el gobierno medinista es derribado el 18 de octubre de 1945 y llegan al poder las izquierdas moderadas, aunque vociferantes, el petróleo sigue una curva de ascenso en producción y ya se prevé en la posibilidad no solo de ampliar su aumento de extracción, que años después subirá por encima de los 4 millones de barriles con miras de llegar a los 6 millones diarios, sino de continuar diversificando la industria, en las buenas y respetuosas relaciones que se mantienen con las compañías petroleras, que por cierto han descubierto inmensos campos en otras latitudes (Medio Oriente, Unión Soviética, Libia, Canadá, etc.), pero que confían en las leyes venezolanas para su inversión, de donde los grupos Shell y Standard Oil proceden a construir dos inmensas refinerías en la península de Paraguaná, entre las mayores del mundo. En este tiempo es cuando derribado a su vez el gobierno de Rómulo Gallegos se instaura una férrea dictadura militar por diez años, que entre lo positivo que deja hacia el futuro fue consolidar la industria del petróleo pero con un sentido más racional, o viendo la perspectiva de los derivados que antes no se explotaban, de donde el gobierno de Pérez Jiménez crea una compañía a este respecto,  llamada luego Petroquímica de Venezuela, que diversifica en parte tal industria, instalada en un eje industrial del estado Carabobo, por Morón (el mandatario Rafael Caldera abrirá otra petroquímica en El Tablazo, de Maracaibo), para producir diversos insumos como fertilizantes (úrea, etc) y otros productos de carácter militar, proyectando así mismo la futura utilización del gas que hasta ahora no se utilizara en la extracción del petróleo y que se quemaba a la salida de los pozos, en las propias áreas petroleras, sacrificándose así un elemento vital que hoy en día es de un inmenso valor comercial.
Con los años que ruedan el asunto del petróleo y dentro del período llamado democrático de la Cuarta República fue transformándose en un eje de la política venezolana, con sus pros y sus contras según las ideas sustentadas por cada Presidente en ese nefasto ejercicio todopoderoso y complaciente que ha llevado casi a la ruina al país, comenzando con aquello llamado de la “Venezuela saudita”, en que sin medir consecuencias presupuestarias se emprendían obras que castigaban el erario nacional, y la otra consigna del desperdicio estúpido que se reflejó en la frase del nuevo riquismo “Ta barato, dame dos”, con que se despilfarraba la riqueza ostentosa, cuando no dieron abasto los aviones para transportar a los venezolanos hacia Miami y Orlando lo fines de semana, y se traía de allá hasta el papel toilet. Dentro de ese desbarajuste absurdo, pocos fueron quienes apostando al rey Midas y sin prever con que la ruleta de la suerte podía cambiar, se pusieron a pensar que en el fondo Venezuela tiene una economía frágil, porque es monodependiente del petróleo, cuyo precio puede variar por muchas causas, y que la agricultura del país es débil, porque buena parte de la población vive en zonas pobladas que sí consumen pero no producen, todo lo cual aunado comienza a formar una espiral de inflación que a diario va increscendo, por lo que el sólido bolívar, que desde 1930 hasta 1983 era punto de referencia mundial en cuanto a su fortaleza, comienza a no tomarse en cuenta en los mercados de valores.
Así las cosas para más “soberanía” y otras monsergas que utilizan políticos populistas, en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez se decide nada menos que nacionalizar las empresas del petróleo (así de socios privilegiados pasamos a simples vendedores) y del hierro, fuentes básicas del desarrollo en marcha, lo que fuera de dejar buenas comisiones por detrás, a la larga ha traído la ruina de ambos centros productivos, y desde luego que todo ese juego deudor debió pagarse con buenos dólares depositados en las arcas del Estado y que por este rumbo absurdo colector de votos, fueron debilitándose paulatinamente las reservas nacionales. Sin embargo, las compañías petroleras, que aún manejaban cierto poder tras bambalinas no solo habían descubierto el inmenso lago de petróleo pesado que existe en la margen norte del río Orinoco (de 300 kilómetros de largo  por 40 de ancho, o sean las mayores reservas del mundo), y que comenzaba a producir, aunque con limitaciones, sino que mediante la tecnología adquirida a base de conocimientos, así como en el lago de Maracaibo desarrollaron por primera vez en el mundo la técnica  de extraer petróleo debajo del agua y que hoy se ejecuta con tanto empeño (mar del Norte. Brasil, etc.), ahora en este lago bitumuinoso lograron crear un producto típicamente venezolano llamado “orimulsión”, con el que se rebajan los costos productivos de este petróleo pesado para hacerlo competidor en los mercados mundiales y a cuyo fin se ha construido un enorme complejo industrial de hidrocarburos llamado Jose (sin acento), cerca de la ciudad de Puerto La Cruz, que con la antigua refinería de Mene Grande, de Caripito y la de Anaco, en su conjunto forman un conglomerado industrial importante.
Como dijimos la época de las vacas gordas se fue acabando entre delirios de grandeza, lo que de costumbre utilizan los políticos electoreros,  y pronto el país  comienza a llenarse de deudas, mientras suben y mejor bajan los precios del petróleo, por lo que ya no aguantando más tal descalabro el presidente Herrera Campins en el famoso “viernes negro”, luego del carnaval de 1983 y en contra de muchas opiniones, decide devaluar el bolívar, que en una semana se deprecia en un 100% de su valor y donde comienza la caída paulatina de una moneda tan inestable como es hoy la venezolana. Entonces los 53 años de bonanza monetaria, sin deberle a nadie, se fueron por el tubo de las aguas negras, y el sube y baja del petróleo, y las constantes devaluaciones directas e indirectas, préstamos, bonos, etc., a pesar de correcciones que no han tenido ningún éxito, han llevado al país, que nada produce de verdad sino un poco de petróleo (ahora menos de 3 millones de barriles diarios), buena parte de él entregado a bajos precios (como a socios del ALBA y ventas a futuro) y con largas condiciones de pago, por causas meramente políticas que no es el caso señalar.
Ya en las postrimerías del buen tiempo y pensando en lo que se aproximaba el gobierno decidió conformar una alianza con las empresas Exxon, Shell, y una japonesa, que junto a la venezolana creada al efecto comenzaron a impulsar el enorme proyecto denominado Cristóbal Colón (nombre por cierto borrado del mapa histórico venezolano), el que tuvo visos de ser poderoso en el campo de la explotación del gas, cuando ya existían los buques gasíferos especializados en ese transporte y dado que se había descubierto otro inmenso campo sumergido de gas al este de la isla de Margarita y que se extendía hacia el sur por los islotes de Los Frailes, hasta llegar a la frontera marítima demarcada con Trinidad y Tobago. Que yo sepa iba a ser uno de los proyectos más grandes del mundo en producción, acaso seguidor del existente en Indonesia, que cubre el consumo de gas en buena parte del sureste asiático. Ah, pero la mano peluda mafiosa de los negocios y del “cuánto hay para eso” se interpusieron desde la segunda presidencia de Rafael Caldera hasta el presente, de donde el proyecto pasó a mejor vida porque, y hasta en el delirio se habló de un mastodóntico gasoducto de 8.000  kilómetros, que en la locura iba a llegar hasta el Sur de Argentina (¡oh, los tiempos millonarios del corruptor presidente Kirchner¡), todo lo que se quedó en Babia. Pero lo cierto del caso es que Trinidad y Tobago a la callada en el dicho lugar montó su instalación para explotar el gas y en la actualidad es un buen exportador.
Ahora estamos con un petróleo que en sus campos nadie quiere del extranjero explotar, por lo volátil del mercado, el riesgo que se corre  y que el gobierno da apenas concesiones con ese fin, sin invertir desde luego, porque carece de esa capacidad. Veremos qué habrá de pasar en el futuro y más cuando la industria automovilística, fuerte consumidora, está por terminar su relación con el “estiércol del demonio”.              


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